EL PERIODISMO EN LA REVOLUCION CUBANA

 

 

Acciones de corrupción y de servilismo a intereses ajenos a la patria, loas constantes a los personeros militares y civiles de la dictadura de Batista, justificaciones o silencios sobre sus políticas represivas estuvieron presentes de modo privilegiado en la prensa cubana hasta el Primero de Enero de 1959, por lo cual, a partir de entonces, conquistado el poder por las fuerzas revolucionarias, hubo que emprender un proceso de transformaciones que produjo un cambio de propiedad en los medios de comunicación, exclusión de las filas de la prensa de aquellos que faltando a la más elemental ética habían hecho desmerecer la profesión, asentamiento de un periodismo basado en su utilidad y responsabilidad con la sociedad y el mundo, y creación de una organización periodística de nuevo tipo, limpia y transparente, defensora de la independencia, soberanía y los grandes intereses de la patria.

 

Cuando triunfa la Revolución sólo unos pocos periódicos y emisoras de radio son intervenidos. Se trató de periódicos sensacionalistas como Tiempo en Cuba y Ataja, cuyos directores actuaron como instrumentos para la represión del pueblo. Ilustrativo, en tal sentido, es el caso de Rolando Masferrer, director de Tiempo en Cuba. Fue el jefe de las bandas terroristas “Los Tigres de Masferrer” que sembraron muerte y dolor, especialmente en la región oriental del país. Otro periódico intervenido fue Alerta, cuyo director Ramón Vasconcelos fue ministro de Comunicaciones de la dictadura y, en tal condición, olvidándose de sus deberes como periodista, estampó su firma en las numerosas resoluciones que establecieron la censura de prensa para la radio y la televisión.

 

Sólo tres emisoras de radio dejaron de transmitir en los días iniciales del triunfo revolucionario. Circuito Nacional Cubano y Cadena Oriental de Radio, en ambas su mayor accionista era Fulgencio Batista, y Unión Radio, que era propiedad de Eusebio

 

 

 

Mujal, un verdadero gangster utilizado por la dictadura para desunir al movimiento obrero en Cuba.

 

El resto de la prensa tradicional en Cuba siguió publicándose. Desde periódicos muy reaccionarios como Diario de la Marina y Habana Post, editado en inglés, hasta periódicos y revistas de un tono liberal como Prensa Libre, El Mundo y Bohemia. Ninguno de los emporios de la radio y la televisión, incluyendo la CMQ, de Goar y Abel Mestre, fue tocado en los albores de la revolución.

 

La nacionalización de la gran prensa en Cuba fue resultado de un proceso, al tiempo que se reanudaron o nacieron medios de comunicación al servicio de la revolución. Periódicos clandestinos como Revolución, Sierra Maestra, Combate o la revista Mella pasaron a la vida legal. Igual aconteció con Noticias de Hoy o con La Calle, clausurados por Batista.

 

En las primeras semanas de revolución los medios de prensa tradicionales intentaron presentarse como progresistas y populares, aunque en sus espacios no dejaron de deslizar sus campañas contra el comunismo y contra el pueblo que les orientaban sus amos del Norte. Algunos daban gracias a Fidel y, al mismo tiempo, daban consejos a la Revolución. Por ejemplo, Prensa Libre escribió el 31 de enero de 1959: “Eso de la ley agraria hay que pensarlo más despacio”. El 6 de febrero decía al comentar la rebaja de alquileres y de los precios de las medicinas: “Nos estamos pasando peligrosamente de la raya”. El 13 de marzo iba más lejos cuando decía: “La Revolución va demasiado aprisa. Quisiéramos verla en una marcha más reposada, tomándose tiempo para respirar, asentando el pie a cada paso”.

 

Cuando la Revolución proclamó su derecho a tener relaciones con todos los países del mundo, independientemente de su sistema político, económico o social, Prensa Libre escribió en un editorial:

 

 

“Defendamos lo nuestro, pero sin vituperar a los norteamericanos,

vinculados a nuestra república por la geografía, por la vocación democrática, por la historia...” En fin, la filosofía del plattismo y del fatalismo geográfico tenía aprisionados a esos medios.

 

Incluso Diario de la Marina se disfrazó de simpatizar con la Revolución con la misma tranquilidad con que 60 años atrás se había quitado la casaca del colonialismo español y se había puesto la del imperialismo norteamericano. Prometió ayuda a la revolución y también empezó a dar consejos. Cuando oyó hablar de reforma agraria, escribió que a los campesinos se debían entregar los marabusales, las ciénagas para que las desequen y cultiven en ellas, pero advertía que no se debían tocar los grandes latifundios azucareros y ganaderos.

 

Ciertamente los ataques contra la Revolución, elaborados por esos medios tradicionales en las primeras semanas, no eran muchos. Ahora bien, cuando lo hacían utilizaban como escudo las informaciones cablegráficas de las agencias AP y United Press y los artículos de Life y Time, por ejemplo. Así lo hicieron, por ejemplo, para oponerse a los juicios de los tribunales revolucionarios y sentencias severas contra alrededor de 400 oficiales de la dictadura, ejecutores de los asesinatos y torturas de decenas de miles de cubanos. De tal manera, oponiéndose a la exigencia de justicia del pueblo, esos medios contribuyeron a dar la impresión de que la revolución estaba cometiendo una matanza, un baño de sangre.

 

En la tercera semana de enero de 1959 la revolución libra su primera gran batalla contra la desinformación. Se trata de lo que se llamó Operación Verdad, que reunió en La Habana a casi 400 periodistas del continente. Pudieron ver una gigansteca manifestación frente al viejo Palacio Presidencial y, además, asistir a los juicios contra algunos criminales de guerra. También sostuvieron un encuentro con Fidel en el Hotel Riviera. Como

 

 

 

resultado de la Operación Verdad nace la agencia informativa

latinoamericana Prensa Latina, cuyo primer director fue el periodista argentino Jorge Ricardo Masetti,  uno de los organizadores de la Operación Verdad. Prensa Latina fue la primera ventana abierta en el continente para romper el monopolio de la información hasta entonces ejercido por las grandes agencias noticiosas norteamericanas. Tiempo después, e inspirado también en el propósito de dar a conocer la verdad sobre Cuba, nacería Radio Habana Cuba.

 

Lo cierto es que el 17 de mayo de 1959, al promulgarse la Ley de Reforma Agraria, todos los medios de comunicación de propiedad privada, se convierten en enemigos a muerte de la revolución. Arrecian sus ataques y calumnias contra ella como parte de la campaña orquestada por el imperialismo y la oligarquía, a través del Bloque Cubano de Prensa y la tristemente célebre Sociedad Interamericana de Prensa (la SIP). En tal situación la confrontación se hizo inevitable entre la revolución y sus enemigos internos en el campo periodístico.

 

El 7 de junio de ese mismo año, Fidel asiste a un almuerzo convocado por el Colegio de Periodistas, pero al cual los directores de los principales medios de comunicación privados rehúsan participar. Allí Fidel expone los primeros conceptos públicos de la revolución sobre la libertad de prensa. “Periodismo –dice el líder revolucionario—no  quiere decir empresa, sino periodismo, porque empresa quiere decir negocio y periodismo quiere decir esfuerzo intelectual, quiere decir pensamiento, y si por algún sector la libertad de prensa ha de ser apreciada es, precisamente, no por el que hace negocio con la libertad de prensa, sino para el que gracias a la libertad de prensa escribe, orienta y trabaja con el pensamiento”.

 

Ese pensamiento ha estado siempre presente a lo largo de estos 45 años.

 

 

 

La confrontación de ideas se dio tanto en los periódicos y revistas como en la radio y la televisión, así como en lo interno de los colegios y asociaciones de periodistas.

 

En la radio y la televisión ocurrió que los dueños comenzaron a obstaculizar la transmisión de los pronunciamientos de los máximos dirigentes de la revolución alegando compromisos de publicidad comercial. También dieron espacio a voces que buscaban la desunión del pueblo e intentaban atemorizar con el fantasma del comunismo y otros prejuicios. Para enfrentar tales maniobras contrarrevolucionarias, los trabajadores de la radio dieron un paso importante: la creación del Frente Independiente de Emisoras Libres (FIEL), que se encadenaban para transmitir los mensajes de la revolución.

 

Como contrapartida, igualmente, nació una modalidad de lucha, totalmente inédita en el mundo, la inserción de coletillas a los materiales calumniosos y falsos en contra de la revolución. Periodistas, trabajadores gráficos y locutores (para el caso de la radio) fueron los autores de la original iniciativa, consiste en insertar al final de cada material una Aclaración que, por lo general, decía:

 

Este cable (o este editorial, artículo, información, pie de foto o caricatura) se publica por voluntad expresa de esta empresa periodística que expresa su criterio en uso de la libertad de prensa existente en Cuba, pero los periodistas y obreros gráficos (o locutores en el caso de la radio) de este centro de trabajo consignan, también en uso legítimo de ese derecho, que no comparten esa opinión por entender que no se ajusta a la verdad.

 

Las primeras coletillas aparecieron en el periódico Información el 15 de enero de 1960. Después se amplió a Diario de la Marina y otros periódicos. Sus dueños, por supuesto, no aceptaron aquello que era decidido por Comités de Libertad de Prensa que se crearon en cada uno de los medios hostiles a la revolución. Los dueños lo consideraron un ataque a la libertad de expresión. Hubo serios conflictos cuando algunos directores se negaban a insertar las aclaraciones o pretendían dejar en blanco el espacio, no aceptable para los trabajadores.

 

La coletilla se sumó a otras medidas de la revolución que no fueron del agrado de los dueños de los medios. Citamos, entre ellas,

 

*la supresión de las subvenciones y dádivas gubernamentales a los medios prensa que durante los años de la dictadura ascendió a casi dos millones de dólares

 

*la decisión de dar un plazo de un año a los periódicos que tenían sistemas de rifas de casas, automóviles y artículos domésticos para que cesasen esa práctica, para la cual utilizaban los sorteos de la Lotería Nacional, institución que iba a desaparecer como parte de una política de saneamiento de la revolución, contraria a los juegos de azar.

 

*el temor de los grandes negocios por el curso del país provocó una contracción en los gastos de publicidad, lo que afectó los ingresos de la prensa privada tradicional que, además, se vieron privados de grandes ganancias procedentes de espacios como las páginas de crónica social, donde aparecían la oligarquía y la burguesía, ya en crisis, o en las páginas de deportes, donde el mercantilismo era predominante, pues se movía mucha plata con la promoción del profesionalismo.

 

Todo eso hizo que se produjese una masiva huida de los principales dueños y directores de periódicos y revistas, en su mayor parte hacia Miami. Algunos como Miguel Angel Quevedo, de Bohemia, al cual nadie perseguía, se asilaron en embajadas para alimentar la hoguera de propaganda anticubana. Todos terminaron creando publicaciones contrarrevolucionarias en Estados Unidos u otros países, con fondos que les dieron la SIP, la CIA y otras agencias norteamericanas, con los nombres de las que tenían en Cuba.

 

Cuando esos dueños de publicaciones abandonaron sus naves en Cuba, sus trabajadores se comprometieron a continuar editándolas. Así ocurrió en los casos de El Mundo, Prensa Libre y Bohemia.  Esos colectivos eligieron a Luis Gómez Wangüermert, Mario Kuchilán y Enrique de la Osa como sus directores. Algo similar ocurrió en la radio y la televisión. En otros casos, como Diario de la Marina, Información, El País y Excelsior, por ejemplo, sus bienes pasaron a integrar la Imprenta Nacional que comenzó a publicar ediciones masivas y popular de obras de la literatura universal y materiales para la alfabetización y el sistema de educación del país. Un reconocido novelista y periodista como Alejo Carpentier estuvo al frente de ese trabajo.

 

Paralelamente, las organizaciones periodísticas, en particular los colegios y la Asociación de Reporters, evidenciaron muy pronto que no eran capaces de acompañar al proceso revolucionario en su programa de transformaciones en beneficio de las mayorías. Aunque es justo señalar que lograron, con cierta demora y las limitaciones de sus estatutos y reglamentos, depurar las filas del periodismo nacional expulsando deshonrosamente a varias decenas de servidores de los cuerpos represivos de la tiranía y a los elementos más notoriamente corruptos.

 

En esos tiempos eran muchos los que reclamaron descalificar a inmorales y hacer florecer  una institución limpia, unida, fuerte y coherente de los periodistas, y a la vez estructurar un sistema de prensa revolucionario capaz de enfrentar con una mayor efectividad las campañas agresivas del imperialismo norteamericano.

 

 

 

Ese proceso en marcha significó el principio del fin en Cuba del periodismo como negocio, de la noticia como mercancía, de la publicidad comercial, del sensacionalismo, de las crónicas social y roja, del choteo y la burla, de los chismes de alcoba y otras frivolidades, de la apología al deporte profesional, de la corrupción dentro del sector, del servilismo a los intereses extranjeros, de la práctica de semi-verdades y mentiras que se deslizaban bajo el amparo de muletillas como “fuentes bien informadas dijeron...” En fin del engaño y las superficialidades con que se intoxicaba a diario al pueblo.

 

 

 

UN SISTEMA DE PRENSA DIFERENTE

                                              

La batalla de la prensa de los dos primeros años después del triunfo de la Revolución y su repercusión internacional representó experiencia valiosa para el proceso de creación y desarrollo de la prensa cubana.

 

Si los grandes empresarios de los medios se negaron a compartir la libertad de prensa con los periodistas, quedaba claro como nunca la falsedad de tal pronunciamiento, ya que así siempre se había proclamado, sin contar con la opinión de los profesionales de la prensa, sin preguntarles siquiera. ¿Dónde encontraron apoyo aquellos que habían secuestrado con dinero ese derecho de la sociedad, reconocido constitucionalmente? No en otra parte que en la Sociedad Interamericana de prensa (SIP), agrupación de dueños de las grandes publicaciones del continente, sin contar tampoco para ello el criterio de los periodistas asalariados integrantes de sus redacciones. Es decir, el contenido esencial de la “coletilla” era nada menos que el debate y la acción por la verdadera concepción de la libertad de prensa y la manera de ejercerla en la práctica. Ejemplo más esclarecedor no podía ser otro que la actitud asumida por la inmensa mayoría de los profesionales de la prensa de incorporarse a los medios representativos del nuevo sistema, revolucionario, que fueron creados en esos años.

 

Con la fundación total de la prensa revolucionaria se iniciaría en Cuba el proceso orientado a tener como cuestión principal del ejercicio del periodismo y su razón de ser el derecho del pueblo a la información veraz, derecho social, colectivo, generador del hacer de los medios de prensa y valor supremo al que se deben someter éstos.

Se alcanzaba así la posibilidad de inaugurar en América el verdadero concepto de la libertad de prensa, fiel a los intereses populares y a la nación, así como a toda causa justa en el resto del mundo. Quedaba atrás la libertad ilegítima de mentir, engañar, de las etapas colonial y neocolonial representadas por los medios dominantes. Con la verdad llegaba a las redacciones el reto de ejercer un periodismo en el que la libertad estuviera asociada a la responsabilidad de informar y orientar con sentido revolucionario y ético, como reflejo de los valores de la nueva sociedad en desarrollo.

 

Esas exigencias rebasaron la voluntad de ejercerlas y se vincularon directamente con la indispensable capacidad requerida para que la verdad, como categoría científica, pueda ser conocida y divulgada, pero sobre todo para que logre comunicar, sobre la base de la identificación del mensaje y el receptor. En otras palabras, de lo que se trata es que la verdad esté comprobada, sea comprobable. Hablar o escribir de lo que no se sabe es riesgo permanente de confundir a los demás, aunque el deseo sea el opuesto. Y esa, la capacitación profesional fue desde el comienzo la preocupación principal en el seno de los periodistas, junto a la unidad de sus filas. De ambas nace la idea de organizar a los profesionales de la prensa en la Unión de Periodistas de Cuba (UPEC), fundada el 15 de julio de 1963. La lealtad al país y a la nueva vida y a toda causa honorable, exigía profundizar el espíritu de superación y con él tratar de alcanzar la altura de la Revolución. Ello fue desde el primer día y hasta hoy el principal esfuerzo de los periodistas cubanos y de su Organización.

 

Dos años después se inauguró la primera escuela de periodismo de nivel superior en la Universidad de La Habana y cuatro más tarde fue creada la segunda en la Universidad de Oriente. 1965 y 1969 se inscriben como momentos trascendentes en el camino de facilitar el estudio superior a los periodistas en activo, mediante los cursos por encuentros y egresar a jóvenes licenciados en periodismo para fortalecer de manera constante nuestras redacciones. Las dos instituciones, los planes de estudio de la UPEC y la experiencia del ejercicio profesional de varias décadas han representado la elevación sustancial de la capacidad de nuestros periodistas, aunque nuevas metas de gran importancia se han incorporado desde el VII Congreso de la UPEC y en los Plenos anuales con la participación decisiva del máximo jefe de la Revolución, Fidel Castro.

 

Creación de periódicos provinciales y publicaciones especializadas coincidieron con fusiones de órganos nacionales, como las ocurridas en 1962 con la prensa vespertina –Prensa Libre, Combate y la Calle, dieron nacimiento a La Tarde–, después, en 1965, reiterada con La Tarde y el semanario Mella, que dio origen a Juventud Rebelde. La más importante, como expresión mayor del proceso unitario, fue la fusión de los diarios Revolución y Hoy para fundar el periódico Granma, también en 1965. Más adelante el periódico Trabajadores (1970) y la Agencia de Información Nacional (1974) ampliarían el horizonte periodístico nacional. La creación de los canales educativos y los telecentros provinciales, dan nueva dimensión a la televisión, tanto por el contenido como por el alcance, lo que también se expresa en las numerosas emisoras de de radio nacionales, regionales y  locales

 

Tanto en lo interno como en lo externo, la presencia del nuevo periodismo, heredero consecuente de la prensa patriótica y revolucionaria, ha contribuido a fortalecer la conciencia crítica sobre la función desinformativa y perversa de los medios transnacionales y sus dependencias locales en los países de la región latinoamericana. Un ejemplo elocuente fue el papel de la UPEC en la fundación de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) en 1976, donde la unidad alcanzada por los profesionales de los medios se hizo sobre la base de principios claramente antiimperialistas de su convocatoria y acuerdos, que se resumen al proclamar la lucha común Por un periodismo libre en patrias libres.

 

Muchas han sido las maniobras con el objetivo de crear organizaciones de periodistas de carácter regional para restarle fuerza a la FELAP. Federación Interamericana de Organizaciones de Periodistas Profesionales (FIOPP), Federación Latinoamericana de Trabajadores de la Prensa (FELATRAP) y Federación Iberoamericana de Asociaciones de Prensa (FIAP) son algunas de ellas, desaparecidas en el escenario latinoamericano por no contar con base social para su desarrollo en las filas de los profesionales del periodismo. La acción y el dinero de la CIA, como antes con la SIP, han estado presentes en todos los casos. Estos fracasos no han impedido el daño causado a la profesión al pretender negarla como tal integralmente. El desconocimiento de los colegios y el deterioro de las escuelas son dos de esas manifestaciones. Alrededor de setecientos periodistas  desaparecidos y asesinados desde la fundación de la FELAP, determinan que los periodistas ejercen el trabajo más riesgoso en la región latinoamericana. Ellos son testigos incómodos para los regímenes arbitrarios de las dictaduras militares y neoliberales, ambos auspiciados e impuestos por Estados Unidos en los países que llaman su patio trasero. Los crímenes cometidos contra periodistas fuera de su control en Irak, como quedó demostrado en el Cuarto Encuentro de Corresponsales de Guerra, celebrado recientemente en La Habana, confirman una vez más esa actitud de temor a la verdad del periodismo digno por parte del poder del Imperio de alcance universal.

 

Del periodismo revolucionario cubano, de su legítima libertad de prensa al servicio del pueblo, no sólo se derivan aportes nacionales y regionales, sino también se inscribe en el más fiel ejemplo y defensor de los principios éticos internacionales del periodismo aprobados en 1983 por todas las organizaciones internacionales y regionales del periodistas, en el marco de la UNESCO, mientras son violados cada día por la prensa que encabeza el terror mediático internacional en unión estrecha con la dictadura militar que el gobierno de Estados Unidos trata de implantar en todo el mundo. Esos diez principios, considerados el Código de la UNESCO, están engavetados en esa organización desde que Amadou Mattar M’bou dejó de dirigirla al final de la década del 80 del siglo pasado.

 

Muestra elocuente de la importancia estratégica del ejercicio del periodismo ético en nuestros días es el crecimiento de los medios alternativos en los países dependientes y también en Estados Unidos, donde todas las investigaciones indican el descenso de la credibilidad de la prensa dominante y la elevación de la influencia de los medios comunitarios alternativos, especialmente en Internet.

 

Toda la prensa cubana de todos los medios es en la práctica el gran medio alternativo de alcance regional e internacional. Es una prensa para Cuba y para el mundo, como quiere Fidel.

 

Lo proclamamos y la realizamos concretamente, sobre todo por la vía de Internet, donde los medios cubanos están presentes y son visitados de manera creciente, sea por identificación con su mensaje o por la búsqueda de lo diferente.

 

Muchas han sido las limitaciones y no pocas las deficiencias, sin dejar de mencionar los errores en el ejercicio de la profesión, siempre en el proceso de perfeccionamiento y con la acción del análisis autocrítico requerido. Ni asomo de triunfalismo ha caracterizado el proceso de desarrollo de la prensa cubana, lo que ha contribuido a forjar también la actitud sencilla y hasta humilde de los intelectuales de la política y la ideología en el trabajo cotidiano, los periodistas a los que su pueblo distingue y admira. Esto último es la prueba

 

más elocuente de un periodismo diferente, sobre todo cuando ocurre en un país donde era una profesión que, salvo excepciones, carecía de prestigio en la sociedad, debido al carácter reaccionario de la política de los dueños de la prensa capitalista al servicio del ordeno y mando de la Embajada de Estados Unidos.

 

Un periodismo digno, ético, independiente del poder imperial y dependiente de la más justa y hermosa Revolución de un pueblo valiente, de historia mayor, es un valor superior e incomprensible para quienes disfrutan ser una mercancía más en el mercado y también algo muy distante de los que sin desearlo   se ven obligados a no escribir lo que sienten y piensan.

 

El capital de vergüenza profesional  alcanzado por los profesionales de la prensa cubana, tiene su manifestación mejor en el pensamiento martiano de que No hay monarca como un periodista honrado.

 

 

 

        

VALORES POR ENCIMA DE DIFICULTADES

 

 

 

El proceso revolucionario había desarrollado un sistema de prensa amplio. Llegaba a más de 2 millones de  ejemplares, contando con los medios impresos  de circulación nacionales y provinciales. Estos últimos desarrollaban su actividad en todas el país.

 

La Radio y la Televisión llegaban a casi todo el territorio nacional, que contaba con el 95% de  electricidad. Esta  era una situación de adecuado balance informativo, hasta que en 1989 comienza  la liquidación  del campo socialista y la desintegración  de la Unión Soviética, de la que dependían dos terceras partes del comercio exterior cubano. Entre las  importaciones más importantes figuraban, el combustible y el papel, materias importantes para la prensa nacional.

 

 Por ejemplo, Cuba importaba  de la URSS,41 mil toneladas de papel gaceta , 25 mil de las cuales eran para la Prensa, además de maquinarias, tinta, rollos fotográficos, en fin todo el material necesario.

 

El Primero de Octubre  de 1989, luego de consultar a las Instituciones que auspiciaban los Organos de Prensa y la participación activa de la Unión de Periodistas de Cuba, se adoptaron  un grupo de medidas.

 

 El ejercicio del diarismo  en la prensa impresa dejó prácticamente de existir, excepto en Granma, pero al no haber competencia, en el mejor sentido de la palabra, podían  darse el lujo de dejar para el día siguiente una información exclusiva.

 

Ya para Marzo de 1992, diecisiete meses después de  las medidas restrictivas de la prensa  impresa con relación a 1989 el país tenía  “el 58 % menos de publicaciones y un 78% menos de ejemplares”. Para Granma significaron  un 41,2% de sus tiradas y para Juventud Rebelde un 87%.

 

Hemos querido ofrecer  esta información para que se tenga una idea de lo tensa y difícil que  fue la situación de la prensa escrita, al iniciarse el llamado Período Especial en nuestro país.

 

Para contrarrestar en lo posible aquel problema, se impulsó la revitalización de la Radio, poniéndose mayor énfasis en la programación informativa. Una buena parte de los 300 periodistas de la prensa escrita afectada, pasaron a prestar servicios a la radio. La mayoría de ellos lograron adaptarse al nuevo medio y más tarde, al ser llamados a reincorporarse a la prensa impresa, prefirieron permanecer en la radio.

 

Otros compañeros y compañeras de la prensa escrita pasaron a integrar equipos de investigaciones en otras Instituciones;   - Instituto de Historia de la Revolución Cubana, Universidades, Centros de Estudios, en particular en las Facultades de Comunicación Social.

 

 Los que no pudieron ser reubicados de inmediato – los menos – se les garantizó el 60% de su salario hasta que se les ubicara   en otros trabajos.

Por ser el Medio menos afectado, la radio asumió la mayor responsabilidad en la información a la población. Fueron puestas en marcha diversas iniciativas que resultaron viables.

 

 En algunos periódicos provinciales se instalaron cabinas de  radio y se ofrecían informaciones y comentarios a las Emisoras municipales, provinciales,  y nacionales. Juventud  Rebelde, periódico nacional, recorrió ese camino, trasmitiendo el espacio informativo radial, “Rebelde en Rebelde”, difundido  por la emisora Radio Rebelde.

 

La prensa militar, que había alcanzado un notable desarrollo, ofreció el ejemplo de sacrificio con la eventual desaparición – que dura hasta nuestros días- de la Revista   “ Verde Olivo”, una verdadera institución periodística, que tuvo entre sus fundadores y colaboradores al Comandante Ernesto “Che” Guevara; el periódico “Bastión” la revista “El Oficial”, los periódicos de los Ejércitos de Oriente, Centro y Occidente y las revistas de la DAAFAR y la Marina de Guerra Revolucionaria, entre otras

 

El Sistema de Radio en Cuba, lo integran hoy,  80 emisoras. El 34% de su programación es informativa. En 1989 era de un 23 %.

 

No se piense que los medios electrónicos, fundamentalmente radio y televisión han desarrollado su trabajo sin dificultades. También allí los vientos han sido adversos, la escasez de combustible que antes  llegaba fundamentalmente de la Unión Soviética, obligaron en los primeros años del Período Especial a reducir las transmisiones de radio y televisión.

 

 En TV por ejemplo se redujo de 213, a 135 horas semanales. La radio también se limitó en cerca de 100 horas sus transmisiones diarias, además los frecuentes apagones y cortes de energía eléctrica eran terribles obstáculos para la recepción. A esto se sumaron las dificultades para la importación de las baterías, lo que agravó la situación de la radio.

 

De 1990 a 1995 la economía cubana cayó en un 34%. Ello afectó  fuertemente a la prensa. La reanimación económica se inició en 1995 con un 2,5% de crecimiento Bruto y al año siguiente, fue de un 7,8 %, lo que mejoró en algo la situación del país.

 

Las nuevas condiciones permitieron   la edición de otras publicaciones, como  la Revista Habanera del ICAP, Negocios en Cuba y Avances Médicos de Prensa Latina; Sendas,  del Ministerio de Transporte, Correo de Cuba, OPUS Habana y algunas otras, aunque en número insuficiente para la demanda.

 

Con nuestra lenta reanimación económica reaparecieron algunas que habían cesado en 1990, entre ellas,  Mujeres y Muchachas, en formato de tabloide esta última, así como las publicaciones infantiles y juveniles, Pionero, Zunzún, Juventud Técnica y Somos Jóvenes, aunque con una frecuencia y tiraje que no satisfacen la demanda

 

 

La actividad de los Telecentros, que se expandieron por las provincias, fue afectada por el Período Especial y en muchas de ellas hubo que conformarse con una sola hora de transmisión, pero han aumentado considerablemente su capacidad productiva, confeccionando variados programas para el territorio y  además algunos de ellos son reproducidos por las Cadenas Nacionales de Televisión

 

 En estos momentos todas las provincias cuentan con su Telecentro, lo que les permite aumentar la información de sus respectivos territorios. Uno de los más importantes equipos de radio y televisión fue instalado en 1997 en el macizo montañoso Sagua- Moa- Baracoa, donde había una conocida zona de silencio.

 

 Por primera vez, con esos transmisores, esta amplia zona cuenta con señales de televisión y de radio y en los lugares donde aun no llega la electricidad, se han instalado  paneles solares que permiten recibir las señales radiales y televisivas.

 

En 1999 se celebró en La Habana el que pudiera considerarse más   importante   Congreso de la Unión de Periodistas de Cuba, este que fue el VII,  y  que por la situación del país fue prolongándose en varios plenos ampliados en los meses posteriores. Este Congreso realmente,  hacía falta a nuestra sociedad, enfrentada a duras confrontaciones  y a la perspectiva de una lucha larga, en que las ideas, la opinión pública, el papel de los Medios de Comunicación ocuparía un lugar central.

 

 Esta etapa fue caracterizada: “mejor periodismo, más Revolución”. Un mejor periodismo para defender a la Nación, amenazada con el exterminio. Un periodismo dignificante, fiel a la verdad y a los intereses del pueblo cubano.

Este Congreso,  se caracterizó por el combate a errores, indolencia, rutina, acomodamiento, superficialidad y malos hábitos presentes en toda obra humana.

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 Su expresión, con toda franqueza, fue un contraste con numerosos ejemplos de iniciativas, creatividad, oficio y consagración. Quedaron al descubierto la lucha contra las deformaciones, la apología y el triunfalismo, fenómenos que  en oportunidades se utilizan para no enfrentar las realidades.

 

En esta oportunidad también el Congreso analizó los graves problemas que acarrea la globalización de la información y la comunicación.

 

Estas ideas no concluyeron con el Congreso. El 30 de Noviembre y el 1 de Diciembre, continuó como Pleno Ampliado. Contó  también con la presencia del Comandante en Jefe, Fidel Castro,  y puso énfasis entre otras cosas en el trabajo que debe realizarse en la Red de Internet.

 

Era evidente la necesidad del estudio y la superación para desarrollar un periodismo electrónico

 

Quedaba claro que los periodistas cada vez tienen que ser más preparados, maduros, con experiencia y vocación para enfrentar esta actividad. Fidel sentenció: “un periodista tiene que ser un estadista, porque está defendiendo  la identidad y la cultura. Tienen que ser periodistas para el Mundo y por el Mundo”.

 

En consecuencia era necesario trabajar Internet, “apoderarnos de Internet”, un sistema que inventaron los ricos  y que debemos aprovechar y lo estamos aprovechando.

 

En la actualidad, Cuba tiene una activa presencia en el sistema de Internet. Podemos decir que, todos los Medios de Prensa,  están presentes de forma muy activa en ese sistema.

 

 Existen en el país, 128 Sitios Web de la prensa, todos los periódicos y revistas  tienen sus espacios, así como  la radio y la Televisión. También  cuentan con Foro- Debates, como los impulsados por Radio Rebelde sobre diferentes temas. Cuba Debate, La Jiribilla, Cuba Si, para librar la guerra mediática desde Cuba con resultados positivos

 

 Las Agencias de noticias tienen un singular y dinámico espacio en sus páginas Web. Esto se ha logrado con un ingente esfuerzo que  exigen elevar  el nivel de creatividad constante, que representa para nosotros una trinchera de alcance incalculable

 

Con el periodismo electrónico se ha posibilitado el estudio del idioma inglés,  destacándose el trabajo de la Unión de Periodistas de Cuba.

 

La Prensa cubana ha ocupado y ocupa un lugar sobresaliente en lo que conocemos como “La Batalla de Ideas,” que es un conjunto de más de 100 Programas para toda la población y algunos de ellos implican, muy seriamente, a la prensa y la comunicación de un modo muy directo.  Se basa en el enfrentamiento a la agresión  que  el Gobierno de los Estados Unidos sostiene contra nuestro país y que tuvo como  inicio la batalla por el rescate del niño Elian, lo que  determino la permanencia del programa diario La Mesa Redonda Televisada como instrumento para la información del pueblo. Significativa importancia tiene los dos canales educativos, como vehículos para el logro de una cultura general integral dentro de la Batalla de Ideas. Sobre este particular el Presidente de la UPEC, Tubal Páez ha declarado “La prensa ganó autoridad y prestigio, alcanzó niveles inéditos,  si alguien dudaba sobre nuestros compromisos con la Patria y la Revolución, dudaba de nuestra inteligencia y capacidad movilizativa, hoy sólo podemos afirmar que la verdad se resiste a morir”.

 

 

 

Ponencia presentada por los periodistas Juan Marrero, Ernesto Vera y Roberto Pavón en el Encuentro Internacional de Historia, celebrado el 25 de noviembre de 2004 en el Instituto de Historia de Cuba.