CONGRESO LATINOAMERICANO Y CARIBEÑO DE PERIODISTAS

La Habana, 2001

Octubre 8, 9 y 10.

PONENCIA: LIBERTAD DE PRENSA DE LOS PUEBLOS

Y SUS PERIODISTAS

Ernesto Vera


Ante esa realidad, alentada por la fraudulenta libertad de prensa de los grandes empresarios, no es mucho lo que se le opone, más que por la limitada cantidad de recursos financieros y tecnológicos, por la dispersión que caracteriza a los esfuerzos orientados a una verdadera libertad de prensa, la de los periodistas fieles a los sagrados intereses de los pueblos. Es la verdad dispersa que tiene como bandera la esencia alternativa del mensaje alterativo, capaz de orientar cambios positivos en la sociedad, mediante formas periodísticas modestas o no, sin excluir a algún medio, aunque dándole prioridad a los más cercanos al alcance de los sectores populares y de sus periodistas.

Crear y desarrollar la conciencia crítica en la sociedad y de esa forma oponer el capital humano a la perversidad deshumanizada de los monopolios que pretenden arrancarnos el alma, puede ser un reto enfrentable de lograrse coordinaciones eficientes que permitan organizar mejor a la verdad. Y esa verdad amplia sólo necesita reunir a las fuerzas dispersas que se enfrentan al pensamiento único dictatorial que acompaña a la globalización de los poderosos.

Internet, correo electrónico, radios populares y comunitarias, agencias de prensa alternativas, programas grabados en video, revistas de reflexión, órganos de prensa escrita progresistas, columnistas y colaboradores prestigiosos de la prensa comercial y hasta algunos programas de televisión, son manifestaciones en las que existen brechas en el muro al parecer impenetrable de la desinformación.

Para que esa estrategia antihegemónica, antimperialista, proceda y eleve en forma creciente su influencia, es indispensable fortalecer a las organizaciones de periodistas y de otros trabajadores de la prensa, mediante el vínculo de ellas con las organizaciones progresistas y populares en cada sociedad. El aislamiento de los gremios periodísticos y de los periodistas de sus organizaciones profesionales es el punto débil en la creación de una red que exprese la fuerza existente aún hoy, a pesar de las desventajas del mundo unipolar que se ha impuesto.

No se trata de que los periodistas asuman las funciones correspondientes a otras instituciones como los partidos políticos y movimientos revolucionarios. Es más, tampoco es asunto correspondiente a determinada ideología: basta con defender la libertad de prensa verdadera, la de los periodistas dignos y patrióticos contra la falsa libertad de prensa prevaleciente, la de los grandes empresarios, para lograr concretar la fuerza revolucionaria de la verdad, que es en esencia el ejercicio del periodismo ético. El único periodismo ético con posibilidades de concretarse tiene que ser el que rompa en forma creciente con la autocensura de la sobrevivencia y ponga a la defensiva a los grandes medios y a sus dueños del gran capital. Nunca habrá ética en el periodismo cómplice del crimen y la injusticia y cada día se aleja más de esa posibilidad. ¿Alguien conoce la menor autocrítica de los medios transnacionales? ¿Alguien sabe de algún derecho de réplica atendido? ¿Alguien conoce de alguna ley internacional respetada por los monopolios de la información?

Ellos son los antecesores en el campo de la información del viejo orden decretado en Washington de que la mejor ley es la que no existe, salvo la del imperio nunca aprobada por nadie.

En esta batalla ese será un combate indispensable. Por esa libertad de prensa hay seiscientos mártires en América Latina en el último cuarto de siglo. ¡Honrarlos es nuestro deber!