Las Agencias Alternativas
Una opción alternativa
Hugo Guzmán Rambaldi
Chile
Es posible y es necesaria la prensa alternativa en Latinoamérica y el Caribe. Constituye un motor para la alteración del actual sistema informativo y comunicacional en el continente, hegemonizado por mensajes conservadores, empresariales y neoliberales.
Uno de los factores que han contribuido y contribuyen a la construcción de opciones informativas y analíticas son las agencias alternativas como parte esencial de la alteración del discurso dominante y como herramientas verdaderas de mensajes veraces y profundos emanados de sectores de la sociedad que tienen vedados otros espacios.
Hay mucho que decir de las experiencias de las agencias alternativas, lo que permite, por cierto, afirmar que otro mundo es posible en el ámbito del periodismo y la información. Sólo por mencionar un dato de números, actualmente hay unas 15 agencias informativas alternativas de distinto perfil pero hacedoras de un mensaje opcional al dominante.
En 1959 nació la Agencia Prensa Latina, fundada por el periodista argentino Ricardo Masetti, impulsada por la Revolución Cubana. Es, probablemente, la pionera en la historia regional de agencias alternativas y se ha consagrado como tal a pesar de su carácter estatal.
Más tarde vendrían trabajos progresistas de algunas agencias estatales y públicas de países latinoamericanos y caribeños. Quizá el esfuerzo mayor se materializó en la Agencia Latinoamericana de Servicios Informativos Especiales (ALASEI) desarrollada bajo el alero de gobiernos del continente, especialmente de Cuba, México y Venezuela. Fue un trabajo que nutrió de información y análisis de altísima calidad, con una visión distinta a la dominante y que demostró la eficiencia y profesionalismo que puede llegar a tener un proyecto de ese tipo en manos del sector público. ALASEI fue un aporte a un nuevo tipo de información y comunicación latinoamericana y caribeña.
Fuera del área pública o estatal, fue en la década de los ochenta cuando se produjo un auténtico auge y consolidación de agencias alternativas emanadas de sectores sociales, de bases políticas populares y de grupos de periodistas comprometidos con un proyecto popular y de transformación.
En enero de 1988 se materializó una síntesis de esos esfuerzos. Diez agencias alternativas de América Latina se reunieron y acordaron crear el Pool de Nuevas Agencias de América Latina, el Poonal. Eran Salpress y Notisal de El Salvador, Agencia Nueva Nicaragua (ANN), la Agencia Informativa de la Resistencia de Chile (AIR) antecesora de lo que es hoy la Agencia de Noticias de Chile (ANCHI), el INSEH de Honduras, Acen-Siag de Guatemala, Enfoprensa de Guatemala, Cono Sur Press básicamente de iniciativa uruguaya, Centro de Reportes e Información de Guatemala (CERIGUA), la Oficina de Prensa de América Latina (OPAL) y Prensa Latina. Luego se integrarían otras como la agencia Noticias de Guatemala y Colpress de Colombia.
Voceros de la Sociedad Interamericana de la Prensa llegaron a catalogar de "agencias guerrilleras" a varias de esas entidades informativas pero la verdad es que más allá de reacciones histéricas por el trabajo informativo alternativo, todas esas agencias demostraron un gran profesionalismo, una gran capacidad y una enorme utilidad para romper el cerco informativo y entregar una visión nueva, fresca, veraz, auténtica y seria de la realidad de los países latinoamericanos. En aquellos años se plantearon "la necesidad de que surjan proyectos informativos de nuevo tipo orientados a cambiar esa situación de desequilibrio y trasnacionalización".
El esfuerzo de coordinación de esas agencias contó con el invaluable respaldo de la Federación Latinoamericana de Periodistas (FELAP) y del Centro Regional para América Latina de la Organización Internacional de Periodistas. De hecho, la existencia y la labor de esas agencias fue vital para que la FELAP acordara en su Congreso de Acapulco la figura de Miembros Asociados de esa entidad para incorporar a la prensa alternativa.
Aún funciona el Poonal, coordinado por un grupo de profesionales en Alemania que reciben información desde las matrices de la agencias en nuestra región. Es un esfuerzo meritorio y sustantivo.
Sin embargo, varias de las agencias mencionadas ya no existen por diversas causas. Están operando Cerigua de Guatemala, la ANCHI de Chile y por supuesto Prensa Latina.
Surgieron y se desarrollaron otras iniciativas de agencias que cumplen un papel de primera línea en nuestro continente. Por citar algunos casos, la Agencia Latinoamericana de Información (ALAI), la Agencia Nacional de Comunicación (ANC) de Argentina, la Agencia Latinoamericana de Servicios de Prensa (ALASPREN), la Agencia Noticias Aliadas de Perú, la Agencia de Noticias Nueva Colombia (ANNCOL).
Quizá hoy habría que hacer un nuevo esfuerzo por refundar el Pool de Nuevas Agencias o al menos establecer alguna coordinación entre todos estos estamentos. Un camino podría ser que la FELAP le asigne un papel de mayor trascendencia a estas agencias como Miembros Asociados, de mayor espacio y protagonismo. Eso podría alentar y fortalecer la labor de las agencias y su coordinación, cuando menos en el intercambio metódico de información y análisis (podría incluir que cada agencia distribuya materiales periodísticos de las otras), y podría ser un aliento y fortalecimiento para la propia FELAP.
Esto adquiere mayor utilidad si se piensa que dadas las actuales condiciones al interior de la mayoría de gobiernos latinoamericanos y caribeños resulta difícil pensar en reconstruir un proyecto como ALASEI.
Es importante tener presente que todos estos esfuerzos, junto a los periódicos, redes de radios populares, trabajo de videistas independientes e incluso de canales de televisión alternativos, páginas informativas en Internet y crecimiento de editoriales alternativas, se sustentan con mucho en la creatividad, voluntad política y decisión alterativa de quienes las impulsan.
Por ejemplo, la Agencia de Noticias de Chile, que podría definirse hasta ahora como un esfuerzo modesto, encontró una fórmula exitosa para salir adelante. En esta agencia confluyen los esfuerzos de periodistas pero también de impresores, de diseñadores, de editores, es decir, un abanico de participación incorporando a trabajadores de la comunicación en el proyecto periodístico alternativo.
Estamos en medio de un mundo complejo, peligroso y contradictorio. El hegemonismo conservador, ultraderechista, neoliberal y empresarial es latente y se ha metido por los poros de la sociedad y de las naciones, con honrosas excepciones. Uno de sus objetivos es diseñar y proyectar un conjunto de ideas y conceptos que le permitan a las fuerzas dominantes locales e internacionales- crear las condiciones en las mentes humanas, en los estados de ánimo, en los llamados factores subjetivos, para lograr sus objetivos económicos, políticos y hasta militares.
El neoliberalismo está metido de lleno en una guerra mediática.
Los antineoliberales deben responder en este momento histórico con la batalla de las ideas.
Es imprescindible la alternativa de las ideas y los mensajes de los sectores democráticos, progresistas, populares y de resistencia frente a los discursos y las imágenes mediáticas de los sectores neoliberales, conservadores, ultraderechistas y retrógrados. Es una batalla de los medios alternativos en contrapunto de los medios dominantes.
Definitivamente hay que alterar un sistema informativo y comunicacional que se caracteriza por la desinformación, la censura, la tergiversación cuando no la mentira, la mediocridad, la "marginación noticiosa", el oscurantismo y la enajenación, el criterio de mercado con la obligación de ser rentable, la dependencia de poderes fácticos y la trasnacionalización.
Otro aspecto importante es que esta batalla de las ideas, este impulso a los medios alternativos, esta integración entre los sectores periodísticos e informativos antineoliberales, es parte esencial de la globalización de los de abajo, de la integración entre los distintos sectores latinoamericanos y caribeños que sí están por una globalización pero no la neoliberal.
Con las condiciones materiales, científicas, culturales, comunicacionales, comerciales, financieras, productivas, etcétera del mundo de hoy, los medios alternativos no pueden quedarse en sus contextos locales. Deben abrir su trabajo y su proyección a una integración, a una globalización, por modesto que sea inicialmente.
Hoy es posible encarar la batalla de las ideas a escala nacional y regional y compartir con los pueblos y amplios sectores sociales la responsabilidad y los logros de una prensa alternativa comprometida con la alteración de la actual situación hegemónica a través de una acción informativa y comunicacional que supere la retórica para hacer verdad un proyecto diferente.-