REUNIÓN DEL COMITÉ EJECUTIVO DE FELAP

TOLUCA, ESTADO DE MÉXICO, 12 Y 13 JUNIO DE 2002

INFORME DEL PRESIDENTE

Compañeros miembros del Comité Ejecutivo y participantes invitados:

Sean bienvenidos.

Desde que fue elegido en el VIII Congreso, el actual Comité Ejecutivo se ha reunido tres veces: la primera en mayo del 2000 en la ciudad de México, la segunda en junio del 2001 en La Habana, cuando se cumplían 25 años del nacimiento de nuestra Federación, y la tercera el 12 de octubre del mismo

año al finalizar el gran Congreso Latinoamericano y Caribeño de Periodistas celebrado en la misma ciudad. Esas reuniones se hicieron con una u otra falta de sus componentes, aunque con suficiente quórum. Y esta es la cuarta con la relevancia de que esta vez participan prácticamente todos los miembros o sus designados al efecto.

Quiere decir que estamos cumpliendo, incluso sobrepasándola, con la Obligatoriedad de reunirnos una vez por año, aún considerando que la sesión del 12 de octubre fue más bien un cambio de impresiones de los directivos que habían participado en el Congreso Latinoamericano. Sin embargo, se adoptaron algunos acuerdos provisionales relativos a las dificultades que presentaba la celebración del Encuentro Iberoamericano en Lima, que al fin no pudo efectuarse, y al ingreso de nuevos miembros de la FELAP. Además, debemos considerar que unos u otros directivos hemos tenido contactos directos en diversas oportunidades como los

Encuentros iberoamericanos y en el marco de otras actividades.

En conjunto podernos decir, sin que ello sea plenamente satisfactorio, que con la facilidad de las comunicaciones electrónicas, la FELAP vive una época de más frecuente enlace y coordinación entre sus dirigentes y organizaciones. Los informes y comentarios que, ustedes hagan señalarán la medida en que éstas la han mantenido con sus propias bases. Sin embargo, hemos de decir una vez más que esto, en cualquiera de sus niveles, no se hace con la regularidad, inmediatez ni frecuencia con que se suceden los hechos que afectando en primer lugar a la organización y a los periodistas del país dado, afectan al contexto del periodismo y a los

Periodistas latinoamericanos. Ante los defectos subsistentes hemos de encontrar en fuentes distintas no poco de lo que a atañe a acontecimientos en los diferentes países y escenarios.

No obstante debe destacarse el esfuerzo que realizan principalmente la UPEC, con un reciente servicio de noticias, y el que desde antes venía haciendo la agencia informativa montada por la UTPBA, y gracias principalmente a ellas se difunden muchas relativas a sus países y a otros del mundo y del continente. Ampliar las posibilidades, cuando no se reciben de sus orígenes más genuinos, y propiciar la solidaridad si no se pide, -a las instancias directivas y desde luego a la CIAP- resulta difícil, cuando no imposible, hacerlo con la oportunidad que se requiere, y en ocasiones tampoco con la certidumbre y la adecuada calificación. A pesar de eso en algunos casos así hemos procedido. Si de la naturaleza del periodista forma parte el informar, esta resulta una doble responsabilidad del dirigente de las organizaciones de periodistas.

Con todo hoy aquí estamos prácticamente todos en el nivel del Ejecutivo, y sin desconocer las fallas que anotamos, esto significa que un importante saneamiento de la información insuficiente o retrasada, que abre la perspectiva.

Al cabo de 26 años de fundada la FELAP, y en un mundo donde han aumentado las dificultades de todo tipo para la humanidad y nuestros países en particular, y por ende para los periodistas insertos en sus respectivas sociedades, -con diferencias estructurales y coyunturales, pero con afinidades y problemas específicamente latinoamericanos– la falta de soluciones ideales suelen inducir a la desesperanza o congelarnos en una inercia de simple sobrevivencia en espera de algún golpe imprevisto de viento favorable o de resignarse a la extinción progresiva y al trabajo de intereses más poderosos que los nuestros. Creo que ese dilema no es el nuestro, que en ninguno de nosotros es el casi ni aun en las visibles dificultades de esta hora. Por el contrario lo que dijimos en el Manifiesto de los Periodistas Latinoamericanos POR UN NUEVO PERIODISMO, lanzado en el VIII Congreso:

"Las justificadas razones que impulsaron hace veintitrés años a la creación de una organización regional de los periodistas latinoamericanos –FELAP–, nos obligan hoy más que ayer a intensificar nuestro crecimiento organizativo en nombre de la idea de responsabilidad y de ética social que hemos construido y con la que nos sentimos plenamente comprometido". Empero, mucha ha cambiado el panorama para los periodistas –porque así ha ocurrido para los pueblos mismos– en situaciones adversas, no solo desde que se fundó la FELAP, cuando había que enfrentarse en buena parte del continente a dictaduras militares, sino desde que en muchos países se fueron restableciendo las formas de la democracia tradicional. Pero al registrar las variaciones, para nosotros el mandato sigue siendo el mismo de coordinar acciones y mantener una interrelación orgánica y solidaria como la principal organización de los periodistas latinoamericanos, incluso, no hay autosatisfacción al decirlo de las organizaciones internacionales, con mucho más recursos, con principios y enfoques que no compartimos, aunque podamos coincidir, y lo hacen nuestras organizaciones, en acciones concretas que defienden a los periodistas, y que actúan en esta región del mundo. En medio de sus propias dificultades, la FELAP ha visto como han ido desapareciendo algunos intentos frustrados de sustituirnos, minimizarnos o desplazarnos.

Lo constatamos sin autosuficiencia, bajo presión y a veces la angustia de las limitaciones, pero también sin autoflagelo, sobre todo nadie ignora cómo el agravamiento de las situaciones en los focos conflictivos del mundo tocan y agravan las de América Latina, un continente que tiene al Norte el principal poder unilateral de un Estado conducido en forma soberbia y torpe, deshumanizada, del imperialismo contemporáneo, como Estados Unidos.

De hecho hay se vive, como se dijo en el Manifiesto del VIII Congreso, una Tercera Guerra Mundial, enlazada militarmente en los focos de conflicto, con los frentes económico y mediático. "Es impensable, por lo tanto, (dijimos entonces) disociar el origen de nuestros problemas como corporación de los graves problemas que asolan a la gran mayoría de la humanidad. La realidad de nuestro continente en particular está signada por esta Guerra y ahí están también los peligros y riesgos de nuestra profesión. Ahí nuestros padecimientos, nuestros compañeros asesinados, miles de colegas amenazados, perseguidos gremialmente, desempleados y precarizados laboralmente. Y todo ello sucede en la más absoluta impunidad, aun cuando vivamos bajo regímenes denominados democráticos".

Como si fuera una profecía, pero en realidad un análisis fundamentado, esa situación condensada en esa trilogía bélica, se ha venido reflejando desde México a la Argentina. Sobre todo a partir de los repudiables atentados terroristas del 11 de septiembre en Nueva York y Washington, cuyo origen o falta de previsión aparecen ahora confusamente al cabo del tiempo transcurrido, cuando la acción antiterrorista no ha alcanzado las metas que se propuso, –al punto de que hoy es otro el principal "genio del mal" y no ya a aquel que se le adjudicó la perversa acción de las Torres Gemelas– y en cambio ha causado nuevos sufrimientos y justificaciones violatorias de los derechos humanos y de la misma libertad de prensa sustentada hipócritamente para querer justificar violaciones de las soberanías nacionales y de los derechos de los periodistas.

La fase mediática de esta nueva guerra se libra en diversos grados según el que haya alcanzado en nuestros países la concentración de los medios y megafusiones internacionales de los más poderosos, y de las sumisiones o indefensión de algunos nacionales, que van carcomiendo o arrancando las raíces nacionalistas, o poniéndolos bajo fuerte presión financiera y de competencia, a no pocos tradicionales todavía imbuidos de cierto nacionalismo, proveniente de cuando históricamente jugaron un importante papel en los movimientos independentistas anticoloniales. Por supuesto, esto recae asimismo, mediante el uso creciente, por otro lado inevitable de las tecnologías, sobre el empleo o la precariedad del trabajo de los periodistas y demás trabajadores de la prensa, escrita y electrónica.

Este proceso resalta más la necesidad de medios alternativos, de redes electrónicas y el creciente desarrollo de Internet que está definiendo y enmarcando un nuevo género de comunicación periodística, de contacto personal y directo, en cierto modo individualizado, que naturalmente, también aprovechan los adversarios del desarrollo y de la libertad.

Contiene desde luego, siendo de mucha amplitud y facilidad comunicativa, el inconveniente de la receptividad un tanto solidaria, sin el calor humano que da el trato y la cercanía que hace de lo colectivo una fuerza sumada y compartida y debatida mediante la lectura en la lectura, la audiencia y la visión entre próximos o simultáneos impulsos. Por eso metafóricamente siempre se dice que en el uso de las tecnologías, indudablemente muy útiles, imprescindibles, hay que poner, no excluir, el alma humana. Allá donde se pueden disponer de esos medios e inserción en redes, el periodismo se enriquece utilizándolas en cierto modo como agencias suministradoras de información a otros medios de circulación abierta.

Es cierto que las tecnologías son cada día más accesibles y de empleo fundamental en el periodismo. Sin embargo hay regiones del mundo, como son algunas latinoamericanas, donde el entorno y los niveles sociales y culturales, no las sitúan entre las necesidades de las gentes para poder sustituir las informaciones tergiversadas que se dan por los medios comerciales, pues otras son sus prioridades para la vida misma de la miseria que agobia a millones de personas. Al asistir recientemente al Encuentro Iberoamericano de Mujeres Periodistas, que con nuestros auspicios se celebró en La Habana, pudimos contrastar esas diferencias. Mientras las participantes españolas ponían su énfasis en el empleo de las tecnologías para comunicar e informar, por ejemplo, algunas de las mexicanas, procedentes de ámbitos rurales e indígenas, cerca de los cuales estamos aquí, lo cargaban sobre las cuestiones de la subsistencia, lejos de la posibilidad de adquirir, por ejemplo, una computadora. Y es que, efectivamente, en América Latina, Africa y otras regiones del mundo, no hay todavía ni siquiera teléfono, mucho menos instrumentos sofisticados de comunicación alternativa.

Si desde un principio los investigadores y estudiosos del periodismo actual han advertido la diferencia entre comunicación e información, si bien no son denominaciones antagónicas sino que la segunda es dominada y hasta desvirtuada por la primera, el proceso de concentración financiera y tecnológica de la comunicación y la informática, viene alterando muchos de los valores sociales y éticos de la actividad periodística. La guerra mediática acompaña los aspectos militares y económicos de esta nueva Guerra Mundial.

Y cuando se van apoderando de los medios corporaciones económicas donde el negocia primario no es la comunicación ni la información, y son excluidos al mismo tiempo que sus valores principales, o más controlados y represaliados y agredidos los periodistas, lo que se encuentra reflejado en el mundo de las noticias son los hechos sesgados que convienen al interés dominante de los negocios en otras ramas de la actividad económica, pues tratándose de también de un negocio que de la noticia hace la mercancía, resulta complementario y supeditado al principal. En el reino de la mercantilización vivimos por lo tanto frecuentes desviamos de un periodismo en transformación no siempre favorable aunque se dispongan de medios muchos más sutiles que en el pasado.

En nombre del combate al terrorismo, mediante el de Estado como el que se practicó en Afganistán y es réplica a las acciones desesperadas y suicidas palestinas en el Medio Oriente, y las de Israel como terrorismo de Estado sobre los territorios palestinos ocupados y bajo el control de la Autoridad Nacional Palestina, el ejercicio del periodismo se militariza cada día más. Los mismos periodistas norteamericanos, que han venido sosteniendo en el mundo el paradigma de ese periodismo, se vieron y están sujetos hoy a rechazos en su labor en los frentes bélicos, donde han dado, como los de otros países, la contribución de sus vidas a una cada vez más limitada labor de informar en relación directa con esos escenarios.

Desgraciadamente, la aceptación de esas restricciones han sido aceptadas en aparentes gestos patrióticos, que favorecen la manipulación en la oscuridad o mediatización informativa, como cobertura de los desmanes que se cometen contra diversos pueblos y regiones del mundo.

Situada la FELAP en su terreno latinoamericano, nuestra presencia ha sido pública también en relación con esos escenarios, entendiendo que se debe responder a los globalizadores del neoliberalismo con la globalización coordinada y solidaria que debe unir a países y continentes y donde el periodismo, y desde luego los periodistas más conscientes, son eslabones de la unidad frente al pensamiento único con que hoy se nos quiere encadenar. Así estuvimos presente en la Jornada que para celebrar el Día Mundial de la Libertad de Prensa, establecido por la UNESCO el 2 de mayo, convocó su representación centroamericana, y en la que la intervención del presidente de la FELAP consistió en la exposición de esos hechos, que exhiben la guerra contra el periodismo en su peor y más agresiva práctica de la misma libertad de prensa. La misma representación de la UNESCO difundió allí la Declaración de la FELAP con motivo de ese Día Mundial, lo mismo que hicieron agencias y medios informativos en diversas partes del mundo; declaración que ustedes recibieron oportunamente y que se inserta en el Boletín-FELAP que está en sus carpetas.

Como reacciones a los regresivos fenómenos que hemos aludido en la situación global y continental, y bajo el estímulo del congreso de Periodistas Latinoamericanos y Caribeños, han surgido iniciativas en organizaciones de periodistas, como la edición de un periódico en Brasil; la celebración de un Seminario en Bolivia, a la que fueron convocados un grupo de colegas cubanos; los planteamientos de nuestras y otras organizaciones en el marco de aspectos domésticos, como los debates en torno a legislaciones sobre el ejercicio de la profesión, etcétera. Y desde luego la oposición a los ceses, en ocasiones verdaderamente masivos, de periodistas en algunos países y medios.

En un marco más amplio fue concebido el Seminario sobre GLOBALIZACIÓN, SOBERANÍA, REGIONALIZACIÓN Y PERIODISMO, que comenzamos en esta misma ciudad dentro de dos días, con la participación de expositores de reconocida capacidad que abrirán el debate entre nosotros, y periodistas mexicanos y mexiquenses –esto es, todos latinoamericanos– sino de estudiantes de periodismo de las universidades del Estado de México, a cuyas autoridades ejecutivas, legislativas y judiciales le agradecemos haber aceptado auspiciar esta calificada actividad. Asimismo que en la celebración anual de la aparición, el 11 de abril de 1812 del "Ilustrador Nacional", hazaña periodística con medios que eran rudimentarios incluso para aquella época, siempre compartan la memorable fecha con la FELAP, que adoptó esa fecha como Día del Periodista Latinoamericano.

La coordinación de los acuerdos del Congreso Latinoamericano quedó encomendada a la UPEC, cuyo presidente, el compañero Tubal, informará de la marcha de los mismos y de la perspectiva de un segundo Congreso de aquella amplitud y definiciones amplias pero inequívocas.

Por supuesto hemos denunciado agresiones y crímenes cometidos contra los periodistas en todo el continente, que nos cesan sino que el las áreas latinoamericanas se han incrementado. También en nuestra publicación encontrarán ustedes resúmenes y hechos relativos a este doloroso tema al que se referirá Hernán Uribe, nuestro secretario de solidaridad y presidente de CIAP. Este es una de nuestras principales ocupaciones, y no es el caso enumerar nuestros pronunciamientos desgraciadamente muchos pues se repiten los hechos en varios países que cobran la vida de periodistas o son víctimas de atentados o amenazas. En general podemos decir que en el suministro de informaciones sobre este tipo de hechos es discontinuo y que visto en su conjunto existe una cierta ausencia de rezago en las excepciones que he señalado.

Sin ánimo de establecer una polémica anticipada, pero sí en aras de la mayor claridad, y sin que esto coarte cualquier otra opinión, debo referirme a los hechos ocurridos en Venezuela, el pasado 11 de abril,

Donde murió un fotógrafo de prensa y otros dos periodistas resultaron heridos, junto a otro número de ciudadanos que resultaron víctimas de los choques y disparos que se produjeron en la manifestación que pedía la renuncia del presidente Chávez y la de quienes lo defendían. Ese documento de la Presidencia de la FELAP que aparece igualmente en el Boletín–FELAP en poder de ustedes, fue criticado por la directiva del Colegio de Periodistas de Venezuela, nuestra muy apreciada organización y una de las prestigiadas fundadoras de nuestra Federación, considerando, en primer lugar, que no fue consultado su presidente y vicepresidente de FELAP, compañero Benshimol, y que por lo tanto no recogimos la información que hubiera podido facilitarnos.

Nos atuvimos a la que disponíamos. Porque no la emitieron en su oportunidad, o porque no funcionaron los canales de comunicación –el correo electrónico de la oficina del propio colega–, el caso es que ninguna tuvimos con ese origen en el día de los sucesos y en varios de los siguientes. El 4 de abril, el propio Benshimol nos había informado que no se habían producido hasta entonces violaciones a la libertad de prensa, ni contra la de los periodistas, aunque sí acusaba a "algunos fundamentalistas" –o sea que debe entenderse como de partidarios del gobierno del presidente constitucional Hugo Chávez– de amenazas verbales. Sólo el 19 de abril, 8 días después de los hechos, se recibió otro correo electrónico, y cuando el desenlace fue la reposición del presidente en sus funciones legales nos llegó el que la directiva del Colegio asumía otra interpretación de los hechos, distintas a la expresada por la Presidencia de la FELAP. Aunque hubiera llegado a tiempo la información de la directiva discordante del Colegio, si bien en este caso hubiera dado más elementos a considerar por esa Presidencia, la discrepancia interpretativa y analítica se hubiera mantenido, aún respetando, entonces y ahora los juicios de la directiva del Colegio, pues nosotros partimos del hecho objetivo de que se trató de un golpe de Estado, calificación universalmente reconocida, incluso por la mediatizada OEA. Con esa acción nosotros no podíamos coincidir, pues era contrario al régimen democrático que se había dado el pueblo venezolano en donde efectivamente, ningún medio había sido cerrado, ningún periodista detenido; acción conspirativa basada en una campaña de prensa que abanderaba la SIP, y con la difusión de la falsa renuncia de que el presidente había renunciado; donde, como los hechos evidenciaron, había también una intervención extranjera más interesada en las riquezas petrolíferas de Venezuela que en el funcionamiento de su democracia, y contraria a cualquier reforma democrática.

No deseamos enfrascar a esta reunión ni hacer un juicio de los periodistas, dentro o fuera de la FELAP, que sostienen otra interpretación de los hechos. En último caso esta es una cuestión del pueblo venezolano, incluidos los periodistas. Pero éstos y a veces a los medios corresponde en la labor informativa una conducta responsable y ética que la mayoría de los grandes medios, a los que tantas veces se enfrentó el Colegio, esta vez, como otras, prescindieron abiertamente de ello, extendiendo la falacia del vacío del poder para suprimir las instituciones renovadas con la voluntad democrática. Sabemos bien que no todos los periodistas venezolanos tienen la misma interpretación que la expresada por la directiva del Colegio, pero nos interesa preservar a éste como la principal organización de los periodistas venezolanos, y dentro de la FELAP. Lo sucedido genera también un proceso de entendimiento y reconciliación, y celebramos que el Colegio haya tomado a su cargo contribuir a ello. No obstante, el camino de Venezuela sigue estando lleno de asechanzas y estaremos atentos a los sucesos con los mejores deseos de que los compañeros venezolanos puedan mantener su unidad con el respeto a las leyes que los protegen.

Tenemos por delante, entre muchas tareas, los preparativos del VIII Encuentro Iberoamericano de Periodistas –como no se celebró en Perú se mantiene su orden numérico– en la República Dominicana, para cuya posibilidad han tomado ya acuerdos de coordinación las tres organizaciones gremiales de ese país: la APP, el Colegio Dominicano de Periodistas y el Sindicato de Periodistas. Los compañeros españoles y portugueses se han reunido con otro motivo y han abordado el asunto, e incluso formulado algunas proposiciones operativas, que obligan a un desplazamiento a sus países. Por su parte, los compañeros dominicanos aquí presentes, tratarán el tema en su punto del Orden del Día.

No deseo extenderme mucho más, ni en esta ni en otras cuestiones de nuestra actuación, y creo que podemos superarlas en el contenido plural de nuestra Federación, sobre la base común de sus principios y objetivos. Mucho más rico que este informe serán, por lo concreto y específico, el que ustedes hagan de las situaciones que viven en el área de sus propias actuaciones. Pero no deseo tampoco excluir de la valoración de la presencia de la FELAP, frente a fallas, ausencias u omisiones, que su prestigio puede apreciarse, sin embargo, como un impulso para su mejor futuro, en el hecho de que haya nuevas peticiones de afiliación, sobre las que trataremos en el punto correspondiente del Orden del Día.

Una reafirmación de la que mantiene hecha el Colegio Dominicano de Periodistas de Costa Rica, en el foro de la UNESCO en San José; la que por escrito y con la presencia aquí de su secretario general ha hecho la Fraternidad de Reporteros de México, y la que me encomendó presentar a ustedes, a reserva de la formalidad de los trámites, la recién creada Federación de Asociaciones Periodísticas Mexicanas, que agrupa formalmente a 54 organizaciones de este país, y en cuya constitución participó el presidente de la FELAP. Necesitaríamos oír la opinión del Sindicato de Periodistas de Panamá, sobre la afiliación ya concedida, pendiente de esa opinión, el Colegio de Periodistas de dicho país.

Muchas gracias.