Centro de Investigaciones de la Economía Mundial (CIEM

AMÉRICA LATINA Y EL CARIBE FRENTE AL ALCA

El Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) es el proyecto de integración entre la economía norteamericana, la más rica y poderosa de¡ planeta, con las economías latinoamericanas y caribeñas subdesarrolladas, dispersas, endeudadas y cuyo Producto Interno Bruto sumado es unas diez veces inferior al de Estados Unidos.

El ALCA se apoya no en las opciones latinoamericanas o en las ventajas de la integración para los latinoamericanos, sino en las debilidades regionales y en las necesidades estratégicas de dominio norteamericano sobre la región.

Las debilidades regionales son evidentes.

La primera de ellas es la práctica generalizada con disciplina y ortodoxia sin comparación con otras regiones subdesarrolladas, de la política neoliberal. El ALCA se presenta como un peldaño superior de dependencia y subordinación dentro del marco propicio que el neoliberalismo ha generado en América Latina. Ese proyecto se hace posible porque existe una coincidencia neoliberal entre dominador y dominados y de convertirse el ALCA en realidad formal representaría una profundización aún mayor de la política neoliberal.

Otra debilidad regional es el retroceso económico y social registrado después de dos décadas de aplicación del ajuste neoliberal.

América Latina llega a la negociación del ALCA en condiciones de debilidad, pobreza, crisis económica, social y política. Pretendo concertar el Acuerdo de mayor trascendencia histórica con Estados Unidos, el que puede comprometer en lo esencial el futuro de los latinoamericanos y caribeños, y hacerlo en su momento de mayor debilidad económica y política. No llegan a la negociación del ALCA como resultado de un proceso de fortalecimiento regional de la capacidad de negociación, con avances sustantivos en la integración latinoamericana, esto es, con fortalezas que pudieran inducir un Acuerdo equilibrado de relaciones económicas en términos de complementación, sino con tal debilidad que permite advertir una negociación muy desigual en la que una parte dicta y la otra parte acepta.

Algunos trazos que pudieran describir la debilidad con que la región se aproxima a la negociación del ALCA serían los siguientes: en cuanto a crecimiento económico la CEPAL considera que debe ser no inferior al 6% anual sostenido para comenzar a reducir la brecha con relación a los países desarrollados y reducir la pobreza.

El crecimiento obtenido en la década de los años 80 fue de 1%. En la década de los 90 fue de 3%.

Pero, el crecimiento no es 5010 insuficiente, sino que su calidad es baja. Se basó en las privatizaciones de empresas públicas, en el endeudamiento, en el ingreso de capital extranjero y en la disminución de la inversión y el ahorro interno en un contexto de apertura unilateral que ha conducido a una profunda dependencia externa y restringido la capacidad interna regional para manejar las economías y llevar adelante un proyecto latinoamericano y caribeño independiente.

Las privatizaciones han contribuido temporalmente a aumentar las cifras de ingreso de capital extranjero, pero también a ceder soberanía nacional y capacidad de manejo de las economías y a entregar empresas públicas en operaciones marcadas por la corrupción.

La privatización de empresas públicas ha avanzado mucho en la región y en algunos casos, ha llegado a privatizar incluso carreteras, parques, servicios de correos y hasta cementerios, pero no va quedando mucho más por privatizar -si se exceptúan grandes empresas petroleras- y por tanto esa discutible fuente de ingreso de capital está agotada en buena medida.

Se basó también el crecimiento en el endeudamiento. La deuda externa de América Latina era de unos 300 mil millones en 1985. Ahora es de 750 mil millones, pero solo entre 1992 y 1999 se pagaron 913 mil millones de dólares por su servicio. La región está destinando el 5.6% de sus ingresos por exportaciones de bienes y servicios para servir su deuda externa, en tanto la enorme deuda social con los pueblos aumenta incesantemente.

Se basó también el crecimiento en el ingreso de capital extranjero.

Ingresaron unos 194 mil millones de dólares entre los años 1998 y 2000, pero de ellos no

menos de la tercera parte fueron capitales

especulativos de corto plazo, los capitales golondrinas que entran y

salen con alta volatilidad y actúan como factores de desestabilización.

Además, el déficit de cuenta corriente del balance de pagos, generado

en la fundamental por las remesas al exterior de utilidades extraídas

por el capital extranjero, alcanzo en esos mismos años una cifra de

casi 190 mil millones de dólares.

Y se basó también el crecimiento en la disminución de la inversión y el

ahorro interno, abriendo paso al modelo neoliberal que hace depender

cada vez más del exterior aquellos factores y que en la práctica ha

hecho más dependientes las economías latinoamericanas de los

vaivenes de la economía de Estados Unidos.

El crecimiento económico bajo el neoliberalismo se ha caracterizado

por un desastre social imposible de ocultar.

Hoy, la América Latina sufre más pobreza que en 1980, cuando el

neoliberalismo entraba en escena. Si en 1980 la pobreza alcanzaba a

37% de la población, ahora después de dos décadas de ajuste

neoliberal alcanza al 44% (224 millones de pobres y de ellos, 90

millones de indigentes). La distribución del ingreso es la más desigual

y regresiva del mundo: el 5% de la población absorbió el 25% del

ingreso total y la distancia entre el 20% más rico y el 20% más pobre

El desempleo registrado oficialmente es de 9% y se estima que de

cada 100 nuevos empleos creados, 85 lo son en el sector informa¡

El promedio de mortalidad infantil en el primer año de vida es de 35 por mil nacidos vivos, la

cual es cinco veces más alta que en los países desarrollados.

El 13% de la población es analfabeta. Sólo uno de cada 3 estudiantes alcanza la secundaria.

 

La tasa de homicidios de 300 por millón de habitantes es el doble que el promedio mundial.

Es en estas condiciones de debilidad que América Latina negocia el ALCA.

 

Pero esa debilidad es también es aplicable a intentos de integración latínoamerícanos hasta ahora emprendidos.

Para el neoliberalismo la integración regional no solo dejó de ser una prioridad real, sino que el planteo doctrinario neoliberal desnaturaliza la idea misma de la integración interna de América Latina y el Caribe para sustituirla por una integración al mercado mundial, de la cual se supone que como subproducto saldrá fortalecida la integración regional.

Si en los esfuerzos de integración realizados -considerando solo aquellos a partir de 1960- el énfasis declarado estaba en ampliar e integrar los mercados internos para constituir un mercado latinoamericano con preferencialidad para los latinoamericanos, ahora con el neoliberalismo la meta no es desarrollar y defender los mercados internos, sino insertarse en los flujos internacionales de capital a partir de una concepción aperturista de mercado en la que se

condena la protección del mercado interno.

Sí en la etapa anterior al predominio neoliberal, aquella de la llamada industrialización por sustitución de importaciones siguiendo el modelo de la CEPAL, la integración regional era un eslabón de una estrategia de desarrollo, ahora la integración no se articula con ese concepto y solo se habla de ajuste estructural y estabilización macroeconómica.

En la práctica, la integración actual en los esquemas existentes en la región es una mezcla de algunos elementos que subsisten en retirada, procedentes de la práctica de integración anterior al neoliberalismo y elementos procedentes de la política neoliberal de apertura comercial.

Entre los elementos procedentes de la "vieja integración" que aun pueden encontrarse en algunos casos, se encuentran: la concesión de preferencias a empresas latinoamericanas en cuanto a aranceles, acceso a sectores específicos, trato fiscal (impuestos y subsidios, créditos) y compras de Estado.

Los elementos procedentes de la "nueva integración" neoliberal consisten en la apertura y eliminación de protección al mercado interno, el trato nacional al capital extranjero, la privatización de empresas públicas, las disposiciones de la Organización Mundial de Comercio que limitan la capacidad de los gobiernos nacionales y el fomento de Zonas Francas y maquiladoras.

Sobre la base del "regionalismo abierto", -la nueva propuesta de la CEPAL en la que se privilegia la apertura comercial- los esquemas de integración regionales avanzaron, durante la última década, en el establecimiento de Áreas de Libre Comercio a través de cronogramas rápidos y extensos de desgravación arancelarias que apoyaron los programas nacionales de apertura y posteriormente evolucionaron hacia el establecimiento de Uniones Aduaneras, mediante aranceles externos comunes extremadamente bajos para el intercambio con el resto del mundo. En consecuencia tenemos en la región, como largos para adaptarse a las reglas establecidas en las negociaciones por los países ricos.

Mucho se ha hablado elogiosamente acerca de la mayor participación que tienen los productos manufacturados en el comercio intrarregional al lograr superar estos el 50% de participación. Sin embargo, tal aumento ha significado poco en la estructura de las relaciones con el resto de¡ mundo, que continua caracterizándose por el predominio de bienes primarios y de bajo grado de elaboración en las exportaciones y de bienes industrializados intensivos en capital, tecnología y conocimientos para las importaciones. Destaca el hecho de que dentro de las manufacturas exportadas un alto porciento está representada por exportaciones industriales de origen agropecuario o intensivas en trabajo y recursos naturales, lo que al parecer caracteriza el patrón de inserción regional a las cadenas de producción establecidas por las empresas transnacionales. Un detalle importante es que, si bien el comercio intrarregional ha crecido, éste no ha podido contribuir con mucho al alivio de¡ pesa que significa el déficit comercial de la región. Como regla el déficit comercial ha tendido a empeorarse en un contexto en el cual las importaciones aumentan como resultado de la apertura unilateral.

Entre 1998 y el año 2000 América Latina tuvo una balanza comercial negativa ascendente a 84 274 millones de dólares, a pesar de que durante dos décadas el discurso neoliberal ha prometido ganancias comerciales seguras gracias a la apertura al mercado mundial.

mecanismos fundamentales de integración, 4 Uniones Aduaneras, catalogadas de incompletas, por no comprender dentro del arancel externo común la totalidad de los productos intercambiados con terceras economías. Estas son: Mercado Común del Sur (MERCOSUR), Comunidad Andina de Naciones (CAN) Mercado Común Centroamericano (MCCA) y la Comunidad del Caribe (CARICOM, por sus siglas en inglés)

 

Como regla general, los aranceles externos comunes son relativamente bajos, lo que no permite que se manifieste claramente una verdadera preferencia intra latinoamericana. En presencia de una amplia brecha tecnológica y competitiva las diferencias de tan sólo pocos puntos porcentuales en los aranceles tienden a invalidar casi totalmente las preferencias entre los socios.

A pesar del aumento del comercio mutuo, las debilidades de este intercambio se encuentran a la vista. Aún al interior de la región no se superan los resultados alcanzados por América Latina y el Caribe en la década de los años sesenta.

En estas condiciones sale a reducir la inexistencia de mecanismos de tratamiento diferenciado para las economías más pequeñas o de menor desarrollo económico relativo. En realidad, se ha impuesto el principio de la reciprocidad entre partes desiguales como extensión de la dinámica establecida en las negociaciones económicas internacionales de la OMC y que tiene como único residuo del trato especial a los países más pobres la concesión de plazos algo más

 

 

Lo que demuestra el comercio exterior de América Latina y el Caribe en la época neoliberal es que la apertura comercial unilateral ha desarrollado mucho más las importaciones -en especial para consumo de élites que imitan patrones de consumo de países ricos- que las exportaciones. Éstas continúan chocando con las barreras arancelarias y no arancelarias que se han multiplicado, como podrá apreciarse más adelante en el ejemplo de Brasil.

La generalidad de los esquemas existentes se ha propuesto avanzar hacia una fase superior de¡ proceso de integración: el Mercado Común. Los avances en este sentido son aún reducidos y dispersos, en lo fundamental debido a que el principal obstáculo lo constituye llegar a acuerdos acerca de la libre circulación de personas y por la relativa pequeñez de los mercados debido a la desigual distribución de¡ ingreso y a la política económica que atiende más al mercado norteamericano que a los mercados latinoamericanos.

La inconsistencia radica en que, como ha sucedido en la práctica, la integración basada sólo en la apertura comercial tendiente a la inserción en la economía mundial invalida la posibilidad de concebir espacios regionales y subregionales donde están claramente definidas las preferencias entre los miembros, como debe suponer la creación de un mercado común.

Visión estratégica de Estados Unidos sobre el ALACA

El ALCA es un proyecto de afianzamiento de¡ dominio norteamericano sobre América Latina y el Caribe, la región donde ejercen un mayor grado de control económico y político, en el contexto de la pugna entre los tres grandes centros de poder mundial.

Si la Unión Europea ha avanzado en su integración económica y ha encontrado una nueva periferia explotable en los países ex-socialistas y Japón cuenta con su área asiática de influencia, Estados Unidos necesita afianzar más estrechamente su control sobre América Latina para usaría como base regional en la pugna global por los mercados, las inversiones, la colocación financiera especulativa, el acceso a recursos naturales, en especial los energéticos, los recursos de agua potable y otros.

Al intensificar el dominio económico sobre América Latina mediante un área de libre comercio que implicaría un trato preferencial para el capital y las mercancías norteamericanas, Estados Unidos está excluyendo a europeos y japoneses de la competencia en esa área.

En los hechos, el ALCA intenta ser un espacio ininterrumpido que abarque desde Canadá hasta el extremo sur del continente, para el libre movimiento de los capitales y productos norteamericanos en condiciones de preferencia frente a europeos y japoneses.

El ALCA se traduciría, en primer lugar, en la entrada libre, casi ilimitada de productos norteamericanos a los mercados de América Latina, lo cual provocaría un mayor debilitamiento o la destrucción del tejido industrial ya erosionado en numerosos países luego de dos décadas de ajuste neoliberal; mientras en otros países impediría su posible nacimiento.

Se estima que la conformación definitiva del ALCA significaría una reducción del precio de las exportaciones norteamericanas, por concepto de la eliminación de las barreras arancelarias y no arancelarias, del orden de los 10 000 millones de dólares anuales. Esto haría a las importaciones latinoamericanas compradas en Estados Unidos mucho más atractivas que las compras procedentes de otros destinos e incluso más competitivas que muchas producciones locales.

Durante los años noventa, sin ALCA, las ventas estadounidenses en el mercado latinoamericano crecieron en más de 160%. En casi todos los años América Latina se mantuvo como el principal cliente de Estados Unidos, y de cada dólar que gastó la región en importaciones como promedio 40-50 centavos fueron a parar a las manos de las compañías norteamericanas. Fue América Latina la única región del mundo con la cual Estados Unidos tuvo balanza comercial positiva.

De mantenerse las actuales tendencias para el 2010 las exportaciones norteamericanas hacia América Latina podrían superar a las combinadas hacia Japón y la Unión Europea.

Para entender lo que significaría el ALCA en su eventual puesta en práctica en la región, puede servir como lección lo ocurrido a México en los 6 años de aplicación de Tratado de Libre Comercio de América

del Norte (TLC). En rigor, la que propone el ALCA para toda la región es lo que ha ocurrido a la economía mexicana en ese período. México combina un aparente esplendor de modernidad o ingreso de capitales con un real deterioro de su base económica nacional y un retroceso social evidente.

La propaganda a favor del TLC muestra solamente algunos aspectos de la realidad y silencia otros muchos.

En lo positivo se señala una inflación inferior a 10% en el pasado año, un reducido déficit fiscal, unas reservas monetarias de unos 31 mil millones de dólares, un ingreso de capital extranjero que promedia unos 10 Mil Millones anuales en la pasada década y unas exportaciones que en 1994 al entrar en vigor el TLC eran de unos 40 mil millones y ahora son de unos 100 mil millones.

Pero, detrás de esa cara risueña que tuvo su mejor expresión en el ingreso del país a la OCDE, se oculta una larga lista de daños sufridos por la economía y la sociedad mexicana.

En efecto, en los años 70 sin TLC y sin neoliberalismo la economía

mexicana creció 6,6% promedio anual. En los años 90 creció 3,1%

promedio anual. En los años 70 el PIB por habitante creció 3,4% promedio anual. Entre 1991 y 1999 creció 1,3%.

En los años 70 el desempleo era de 3,8%. Ahora el registro oficial es de 2,6%, pero, el trabajo informal representa el 50% de¡ empleo, lo que significa unos 20 millones de trabajadores en precarias condiciones laborales.

El ingreso de capital extranjero ha sido elevado (36 378 millones entre 1998 y el 2000), pero más elevado ha sido el déficit de cuenta corriente motivado en buena parte por las remesas de utilidades que ese capital hace (48 699 millones de déficit en el mismo período).

Lo anterior provoca un hambre insaciable de ingreso de capitales y un creciente endeudamiento. Al cierre del año 2000 la deuda externa de México era de 163 200 millones de dólares, más del doble de lo que era en 1982 al estallar por la economía mexicana la crisis de deuda externa de aquella década.

La aplicación del TLC ha implicado una creciente concentración de las relaciones económica mexicanos con Estados Unidos y en la misma medida, una creciente dependencia. El 70% de la inversión de capital extranjero es Norteamericana. De ese país proviene el 74% de las importaciones que hace México y hacia allá se dirigen el 89% de sus exportaciones.

promedio anual. En los años 70 el PIB por habitante creció 3,4% promedio anual. Entre 1991 y 1999 creció 1,3%.

En los años 70 el desempleo era de 3,8%. Ahora el registro oficial es de 2,6%, pero, el trabajo informal representa el 50% del empleo, lo que significa unos 20 millones de trabajadores en precarias condiciones laborales.

El ingreso de capital extranjero ha sido elevado (36 378 millones entre 1998 y el 2000), pero más elevado ha sido el déficit de cuenta corriente motivado en buena parte por las remesas de utilidades que ese capital hace (48 699 millones de déficit en el mismo período).

Lo anterior provoca un hambre insaciable de ingreso de capitales y un creciente endeudamiento. Al cíerre del año 2000 la deuda externa de México era de 163 200 millones de dólares, más del doble de lo que era en 1982 al estallar por la economía mexicana la crisis de deuda externa de aquella década.

La aplicación del TLC ha implicado una creciente concentración de las relaciones económica mexicanos con Estados Unidos y en la misma medida, una creciente dependencia. El 70% de la inversión de capital extranjero es Norteamericana. De ese país proviene el 74% de las importaciones que hace México y hacia allá se dirigen el 89% de sus exportaciones.

Esas exportaciones incrementadas y dirigidas casi exclusivamente a

Estados Unidos las efectúan alrededor de unas 300 empresas unidas a

las maquiladoras que han proliferado en la frontera e incluso hacia el

interior de México. Esas 300 empresas más las maquiladoras hacen el

96% de las exportaciones y el 4% restante se dispersa entro 2 millones

de pequeñas empresas siempre amenazadas de absorción o ruina.

De aquellas 300 empresas una buena parte son propiedad

norteamericana y lo que hacen es comercio intrafirma. Un ejemplo

puede verse en la industria textil mexicana que ha aumentado sus

exportaciones a Estados Unidos e incluso desplazó a China como

mayor suministrador de textiles a ese mercado, pero en la cual el 71%

de las empresas son propiedad de capital norteamericano, después de

expulsar del sector al capital mexicano.

Economistas mexicanos señalan que en cada dólar de exportaciones

industriales de ese país hacía Estados Unidos, solo hay unos 18

centavos de componentes mexicanos además de¡ exiguo salario de los

trabajadores y que constituye el principal y triste atractivo para la inversión.

Las maquiladoras "exportan" unos 50 mil millones de dólares (la mitad

de las exportaciones totales), Pero en ellas el componente nacional de

insumos es de 2 centavos por cada dólar exportado. Su principal

atracción para el capital de Estados Unidos es pagar salarios que son

15 veces Inferiores que los de trabajadores norteamerianos.

en Texas rechazan el 50% de los transportes mexicanos de carga, en

Trabajo informal, pequeñas empresas al borde de la desaparición,

salarios muy bajos, maquiladoras capital extranjero imponiendo condiciones, es la realidad mexicana, detrás de los espejismos macroeconómicos.

El sector de transporte de carga fue liberalizado prácticamente de un

día para otro, en comparación con un proceso similar que en Europa

tomó 40 años y en Estados Unidos unos 15 años. El resultado es que en Texas rechazan el 50% de los

transportes mexicanos de carga, en Arizona el 42% y en California el 28%.

Otro sector mexicano que ha sido golpeado por el TLC y que debe ser

objeto de especial preocupación para los países latinoamericanos de

cara al ALCA es el sector agrícola.

El problema consiste en que los productores agrícolas latinoamericanos

tendrían que enfrentarse, sin ningún tipo de protección o auxilio estatal,

en condiciones desfavorables, al sistema agrícola técnicamente más

avanzado del mundo y al complejo de subsidios (abiertos y disfrazados)

de mayor importancia y complejidad del hemisferio occidental.

Por ejemplo, la producción nacional de arroz de México ha sido

sustituida progresivamente por las importaciones desde Estados Unidos,

que ya representan más del 50% del consumo total. México se ha

convertido en el segundo país importador de arroz norteamericano.

 

De 1986 a 1997 cerraron 34 de las 70 industrias arroceras mexicanas

que había en los años ochenta, lo cual se tradujo en la pérdida de unos

12 mil empleos.

Detrás de esta situación subyace la importancia estratégica del arroz en

la política agrícola de Estados Unidos. Los productores norteamericanos

exportan la mitad de sus más de 8 millones de toneladas de producción

de arroz.

Las exportaciones mexicanas de papa se han visto bloqueadas en su ingreso al mercado de Estados Unidos por las barreras fitosanitarias, mientras la papa de procedencia norteamericana ha invadido el mercado mexicano.

 

 

En cuanto al algodón, México ha pasado de ser un exportador

importante a convertirse en uno de los mayores importadores.

La superficie agrícola sembrada se ha reducido y muchos trabajadores

antes dedicados a la siembra de cultivos básicos hoy sustituidos por

productos importados, buscan otras opciones de trabajo o tratan de

emigrar legal o ilegalmente hacia Estados Unidos. En el campo mexicano el desempleo afecta a unos 6 millones de trabajadores.

El 47% de la población del país vive en la pobreza y el 19% en la

indigencia mientras que en los años de aplicación del TLC la canasta

básica aumentó de precio en 560% y el salario solo aumentó 135%.

 

En los años de gobierno de Ernesto Zedillo el salario mínimo perdió el 48% de su poder adquisitivo y se considera que más del 50% de los asalariados activos recibe en término reales menos de la mitad de lo que recibía 10 años atrás.

Después de 6 años de aplicación del TLC y más de 15 años de políticas neoliberales elogiadas por el FMI y el Banco Mundial, México es más dependiente de Estados Unidos que nunca antes, más endeudado que nunca, se enfrenta con perspectivas de ser el gran perdedor, a la crisis que empieza a abatirse sobre la economía de Estados Unidos y sigue presentando como atractivo para el capital extranjero del cual depende cada vez más, su bajísimo nivel de salarios.

Cooperación energética latinoamericana versus inteqración energétíca hemísférica.

Uno de los componentes fundamentales de proyecto hemisférico de los EE.UU. es la integración energética hemisférica. En este sentido, la actual administración republicana, si bien reconoce la naturaleza global del problema energético, ha hecho especial énfasis en la necesidad de "construir una asociación energética sólida e interdependiente en las Américas". En otras palabras, se aboga por una "seguridad energética común", que asegure un acceso a la energía adecuado y confiable.

En 1999 la región suministraba más del 37% de las importaciones petroleras de EE.UU.

Debe tenerse en cuenta que una integración energética con los EE.UU., bajo el enfoque hemisférico que promueve el gobierno de ese país busca, ante todo, asegurar al Norte industrializado un acceso seguro a la energía requerida para el mantenimiento de los irracionales patrones de consumo energético que prevalecen en esa área. EE.UU., por ejemplo, muestra un consumo por cápita de energía comercial que supera las 8 toneladas de petróleo equivalente (TPE) al año; mientras que América Latina y el Caribe, siendo una región exportadora neta de energía, sólo registra un consumo por cápita de energía comercial de 1.2 TPE anuales, según datos de Naciones Unidas para 1997.

Uno de los pilares de la integración energética hemisférica promovida por los EE.UU. es el ulterior avance en la privatización y desregulación de los sectores energéticos nacionales, luego de dos décadas de aplicación de fórmulas neoliberales en este sector en América Latina y el Caribe, con la consecuente erosión de la participación de los Estados en este sector estratégico.

El sector energético latinoamericano ofrece amplias posibilidades para convertirse en factor de cambio y de cooperación entro los países de la región.

En 1999 América Latina produjo alrededor de 506 millones de toneladas de petróleo y sólo consumió unos 300 millones de toneladas,

pero no puede hablarse de la existencia de un mercado autoabastecido

ya que cerca de¡ 46% de la producción se dirigió hacia mercados

extrarregionales y alrededor de un 24% del crudo consumido procedió

de fuera del área en ese año. En 1999 las exportaciones de América

Latina y el Caribe representaban el 12% del total mundial, ubicándose

en el segundo puesto después del Medio Oriente, y se dirigieron

fundamentalmente hacia EE.UU. (30%) y Europa Occidental (9%).

El conflicto ALCA – Mercosur

Existe una diferencia entro las declaraciones públicas del gobierno

norteamericano que dice respaldar los avances del Mercosur y las

acciones efectivas encaminadas a fraccionarlo internamente o diluirlo

en el ALCA o en el proceso de Negaciaciones Multilaterales en el

marco de la Organización Mundial de Comercio (CMC).

La posibilidad de una negociación con un Mercosur fortalecido, lo cual

implicaría Casi aceptar a Brasil como potencia media en la región, no

es agradable para Estados Unidos.

Sin la incorporación del Mercosur el ALCA perdería buena parte de su

sentido, por lo que Estados Unidos acepta el Mercosur, pero evita que

éste juegue un papel protagánico en las negociaciones.

Para Estados Unidos su propuesta de integración se limita a una zona de libre comercio y no muestra interés por ir más allá hacia esquemas de integración más profundos como unión aduanera, mercado común, union económica e incluso unión política. No les interesa porque pueden ejercer su dominio con solo una zona de libre comercio sin avanzar hacia otras formas que implicarían una tarifa externa común frente a terceros países o una coordinación básica de política económica y que pudieran plantear compromisos que Estados Unidos no desea y cree que no te es necesario asumir. 51 varios países están asumiendo la dolarización de su economía y adoptando tan elevado grado de subordinación sin haber concertado acuerdos de integración que lleven a Estados Unidos a compromisos, entonces no hay razón para plantear algo más que una zona de libre comercio.

El interés norteamericano por asegurarse el mercado latinoamericano fue expresado por la representante comercial de ese gobierno cuando declaró ante el Comité de Finanzas del Sonado que América Latina y el Caribe eran la segunda región de mayor crecimiento a escala mundial y según los pronósticos para el año 2010 Estados Unidos vendería más a esta región que a Europa y Japón juntos.

Las contradicciones de Estados Unidos con el Mercosur parten de la percepción de que este bloque actúa como dinamizador de un proceso de integración que no alcanzan a controlar del todo y tiende a un desarrollo no coincidente con su visión de dominio sobre toda la región. La pérdida de credibilidad sufrida por Estados Unidos por el fracaso en obtener el fast-track (vía rápida) para impulsar el ALCA, es vista como un vacío que el Mercosur pudiera llenar fuera de control norteamericano.

Por otra parte el bloque del sur es la única e importante porción de América Latina donde enfrentan cierto desafío europeo y donde los porcentajes de comercio e inversión norteamericanos no muestran un peso tan abrumador como en el Caribe, Centroamérica o incluso la América del Sur excluida el área Mercosur.

De modo más directo, las principales contradicciones las tiene Estados Unidos con Brasil, pues el alineamiento de Argentina con las posiciones norteamericanas establece diferencias entre las posiciones de uno y otro país, sin perjuicio de que para Argentina la relación económica con Brasil, al cual dirige el 30% de sus exportaciones, es de suma importancia.

En lo que se refiere al ALCA, Estados Unidos considera a Brasil como un obstáculo y no le agrada la posición brasileña de dilatar las negociaciones.

Para ¡Brasil la primera prioridad no es el ALCA, sino el fortalecimiento de un Mercosur ampliado (Chile y Bolivia) y el establecimiento de un bloque comercial con los países de Sudamérica, y en segundo término, la negociación de un nuevo acuerdo comercial global en el marco de la OMC.

Considera Brasil que sus intereses nacionales están más protegidos en el Mercosur donde su economía representa casi el 70% de la del bloque, mientras que el Mercosur dentro del ALCA apenas alcanzaría el

10%.

Ha defendido la tesis, y logró su aprobación, de que el ALCA podría ser un acuerdo entre bloques en contra de la postura norteamericana que prefería una negociación sólo a nivel de cada país individualmente.

El ALCA representaría para el Mercosur la competencia de los productos norteamericanos en el mercado interno y el desplazamiento de las exportaciones brasileñas dirigidas a otros países de Sudamérica.

Existen también reclamaciones brasileñas contra Estados Unidos que disminuyen la credibilidad norteamericana de cara a las negociaciones del ALCA.

En estudio presentado en noviembre del año 2000 por la embajada brasileña en Estados Unidos se señala que hasta 1999 el desequilibrio en contra de Brasil en la balanza comercial bilateral (13 264 millones de dólares entro 1997 y 1999) se debía en lo esencial a las barreras arancelarias y no arancelarias impuestas a las exportaciones brasileñas.

Las prácticas discrimínatorias contra los productos siderúrgicos cuya participación en el mercado norteamericano es de 0,5% han sido muy dañinas. Se mantienen aranceles contra

productos de interés brasileño como jugo de naranja, calzado y textiles. El estudio reveló

que el arancel promedio aplicado por Estados Unidos a los 15 principales productos de exportación brasileños era de 45,6%, mientras que a la inversa el aplicado por Brasil a los 15 productos norteamericanos era de 14,3%.

Considera el estudio que si fueran retiradas las barreras a nueve productos brasileños (jugo de naranja, azúcar, calzado, cigarrillos, gasolina, camarón, alcohol otílico y aceite de soya) representarían

ingresos adicionales para Brasil por unos 831 millones de dólares, lo que incrementaría en 50% el valor de sus exportaciones en los años 1997-98.

Brasil ha llegado a plantear que la mejor para la negociación del ALCA

sería la definición previa de las relaciones con la Unión Europea y las

negociaciones en la OMC y plantea buscar cierto paralelismo en las

negociaciones del ALCA y con la Unión Europea para contrapesar la

influencia norteamericana.

Mientras tanto, el ALCA ha tenido una marcha vacilante.

Las fallidas gestiones del gobierno de Estados Unidos para lograr el

fast-track y el retraso en el inicio de las negociaciones con Chile para

la firma de un acuerdo de libre comercio ha enfriado un tanto el entusiasmo latinoamericano.

El tema del libre comercio siempre ha sido sensible en la opinión norteamericana y después de la crisis mexicana de 1994-95 las reticencias aumentaron.

Desde 1993 expiró la autorización del fast-track, el cual fue el mecanismo para hacer efectiva las negociaciones comerciales más importantes en los últimos 25 años (Ronda Tokyo, Acuerdo de Libre Comercio Canada-Estados Unidos, Tratado de Libre Comercio de América del Norte y Ronda Uruguay).

En 1995 el Congreso negó el fast-track para la negociación con Chile y en 1997 después del escándalo presidencial no fue sometido de nuevo el tema al Congreso para no añadir otro tema conflictivo.

Después de 1997 fue lanzada la idea de negociar el ALCA sin fast- track, pero se corre el riesgo de que después de largas negociaciones el texto negociado puede ser mutilado o desvirtuado al presentarse al Congreso.

La Cumbre Sudamericana decidió por su parte, iniciar negociaciones y establecer antes de enero del 2002 una zona de libre comercio entre el Mercosur y la Comunidad Andina.

Los Grupos de Negociación del ALCA presentaron en enero del 2001 los borradores correspondientes a los nueve tomas en negociación, lo que en teoría daría la posibilidad de concluir las negociaciones en el 2003, posición ésta que cuenta con apoyo explícito de Chile y más

discreto de Argentina, pero con el rechazo de Brasil que se ha opuesto a cualquier intento de adelantar los plazos.

Los próximos años plantean dudas sobre la viabilidad del ALCA, lo cual

no le resta importancia como amenaza contra la verdadera integración

latinoamericana y como proyecto de integración subordinada de la

región a los intereses de dominio norteamericanos y de pugna con

otros centros de poder.

El gobierno de Estados Unidos se ha enredado con la imposibilidad de

utilizar el fast-track,concedido hasta el negociación. aunque no puede excluirse que éste sea concedido hasta el 2005, período señalado como marco de negociación.

Podrían invitar no solo a Chile a negociar un acuerdo de libre comercio

sin fast-track. Uruguay ha expresado una posición Pendiente a eso.

Podría también el Congreso conceder el fast-track para negociar con

países específicos como premio a los más disciplinados.

Pero al interior de Estados Unidos el ALCA no cuenta ahora con un

momento muy favorable.

Además de que la primera prioridad para la negociación comercial es

China y no el ALCA, la crisis económica que ha comenzado a

desarrollarse en la economía de Estados Unidos puede sepultar el

ALCA en la medida que se profundice y eventualmente puede globalizarse.

El desplome de la Bolsa, la caída del crecimiento, los despidos

laborales y otros síntomas indican que terminó el período de 8 años de

sostenida bonanza económica en ese país y que la crisis que se ha

venido incubando toca a las puertas del sistema.

Incluso en la variante de que Estados Unidos logre evitar una gran crisis y alcance a efectuar un "aterrizaje suave" -que ya parece casi imposible-, el descenso de la economía

que esto implica hará sumamente más difícil aprobar leyes que promuevan la disminución de

algunas barreras de protección a intereses internos norteamericanos.

El actual año 2001 con su carga de incertidumbre y temores para la

economía de Estados Unidos no es el escenario más adecuado para

hacer avanzar el ALCA con fuerza y credibilidad, mientras que si otros

países latinoamericanos siguen optando por la salida desesperada de

la dolarización, ésta podría sustituir al ALCA como una vía más directa,

rápida, efectiva y carente de compromisos para someter a América

Latina.

 

 

BIBLIOGRAFÍA CONSULTADA

reto de la globalización. CRIES 1996.

América Latina y el Caribe con los EE.UU. SELA. SP/RC-IA/DT No.2.

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del Senado y Sub-Comité de Comercio internacional, agosto de 1995.Internet :www.ustr.gov