Un desafío que debe ser enfrentado
Mario Augusto Jakobskind,
editor internacional de Tribuna da Imprensa, de Río de Janeiro
columnista de Folha de Praia
corresponsal de Radio Centenario, de Montevideo, en Rio
En la actualidad, el mundo entabla una sofisticada batalla, la de la información y de la comunicación. En el lenguaje popular de mi país, el Brasil, "uma batalha para fazer cabeças", o sea, para controlar los corazones y mentes de los pueblos de este Planeta. Los cañones, las bombas y los misiles han sido sustituidos por modernos equipos tecnológicos que, dígase de paso, son cada día más avanzados.
¿Se puede afirmar por eso que la gente está más informada y que cuenta con mejores posibilidades de decodificar o analizar los mensajes recibidos más fácilmente que en otros tiempos? La respuesta es no, pero una negativa que encuentra objeciones y resistencias justamente entre los que utilizan las armas para mantener la dominación de una minoría sobre la mayoría. Los miembros de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP), la entidad que reúne a los patrones que dominan el área de comunicación de las Américas, no tienen la menor duda al respecto. Pero los argumentos patronales no resisten un análisis un poco más detenido.
En ese sentido, cabe citar el planteo del profesor cubano Enrique González Manet, en la celebración del Día Mundial de la Libertad de Prensa, instituido por la UNESCO, al 3 de mayo de este año: "De cada cien palabras de información que se difunden en America Latina, 90 provienen de sólo cuatro agencias de prensa: la norteamericana Associated Press, la británica Reuter, la francesa AFP y la española EFE. Y en ámbito de la imagen el 80 por ciento de los programas audiovisuales que se producen en el mundo al igual que el 65 por ciento de los largometrajes y el 90 por ciento de los vídeos, son norteamericanos".
Más que palabras o adjetivos, ese cuadro mencionado por González Manet da una idea clara de lo que ocurre en los medios de comunicación de nuestro continente en este inicio de Tercer Milenio. La tan mencionada libertad de prensa, permanentemente cacareada por la SIP, no pasa de una mera ficción. Como se puede observar, la batalla de la información y de cómo comunicarse está en profundo desequilibrio, tendiendo hacia uno de los lados, justamente hacia aquel que detenta el poder económico y defiende con uñas y dientes los intereses del capital financiero internacional, el mismo que trabaja en salas cerradas durante 24 horas por día y tiene el poder de movilizar miles de millones de dólares de un punto a otro del planeta, según su propia conveniencia.
Para mantener esa situación ad infinitum, como quieren las clases dominantes, es preciso utilizar métodos cada vez más sofisticados, lo que en el fondo apunta también a mantener las cabezas de la gente lo menos pensantes posible.
Y en esta guerra vale todo, incluso la mentira y la manipulación de la información. Es preciso convencer a los receptores de los mensajes que en el mundo no hay salida sin ellos, los más ricos y poderosos. O sea, en el ciclo actual del modelo económico neoliberal, que se esconde bajo varias capas, no hay salida para las naciones sin el dios Mercado, sin el Estado mínimo, sin las privatizaciones. Y para que esto ocurra sin traumas para los pocos beneficiarios del modelo que se está poniendo en práctica en América Latina, o sea, sin reacciones de los perjudicados, es preciso siempre encontrar una forma de dorar la píldora y encontrar, en los medios de comunicación , formas de convencer a la opinión pública de que eso es la modernidad.
Una pregunta que debemos hacernos permanentemente los periodistas y formadores de opinión es ¿cómo enfrentar esta situación y con qué medios librar esta guerra? En la Segunda Guerra Mundial, una guerra convencional al estilo del siglo pasado, las más diversas fuerzas se unieron para enfrentar al enemigo común, que acabó derrotado. Hoy, como ayer, es preciso aprender con la historia y lograr la unión de los diversos sectores que no aceptan el esquema neoliberal globalizante como definitivo. ¿Y cuál es el desafío más apremiante para los ciudadanos latinoamericanos podamos revertir este cuadro? ¿Cómo los periodistas podemos ayudar a revertir este cuadro? Al final de cuentas, la historia no acabó, como intentó demostrar un funcionario del Departamento de Estado norteamericano, cuya tesis fue muy bien acogida por la gran prensa latinoamericana.
En este Congreso en La Habana, tenemos una rara oportunidad no sólo de reflexionar sobre estos problemas, sino también encontrar fórmulas concretas de incrementar los canales para comunicar mejor e informar mejor. En otras palabras: ¿Qué armas podemos crear para la batalla de la comunicación y de la información que se libra de manera cada vez más sofisticada?
No tengo duda de que no saldremos de aquí con las manos vacías sin nuestros misiles. Sugiero que todos los participantes de este Congreso se comprometan a llevar a la práctica las propuestas concretas planteadas aquí.
Una de ellas puede ser la Agencia Latinoamericana, propuesta por el compañero Beto Almeida y podría ser concretada con el trabajo conjunto de otras agencias ya existentes, como la Prensa Latina y la más reciente de todas la Agencia de Información Frei Tito para América Latina.
En el área radiofónica, reforzar las emisoras de línea independiente existentes en el continente y buscar siempre nuevos espacios a través de emisoras propias o en aquellas que se dispongan a aceptar programas que defiendan puntos de vista de interés de la comunidad y que tengan como norte participar en la batalla contra los modelos económicos neoliberales que se están aplicando en nuestros países y contra el neocolonialismo cultural que también forma parte del sistema de dominación.
Crear canales propios de intercambio informativo, o sea, contar con corresponsales en cada país, que puedan ser accionados en momentos de necesidad.
Creemos que las diferencias de lenguaje, en nuestro caso la lengua portuguesa y la española, son un obstáculo fácil de superar con un poco de esfuerzo y buena voluntad. En todo caso, en la práctica ya existe el portuñol, como pueden observar en este momento.Lo importante es que el producto final resulte comprensible para el público a que va dirigido, o sea, los pueblos latinoamericanos.
En el área de Televisión, también podermos intentar poner en práctica las mismas sugerencias presentadas para Radio, aun sabiendo que se trata de un medio de mayor complejidad y de costos más elevados.
En cuanto al medio más actual, la Internet, sugiero intensificar los esfuerzos por la creación de un sitio que sea movido por el mismo espíritu de participación en la lucha contra el pensamiento único, que lleva a la dominación económica, política y cultural.
Que se cree un núcleo organizativo para concretar lo antes posible esta propuesta.
En los medios impresos, tener en mente que cada uno de los participantes de este Congreso debe tener como objetivo la comunicación con un público latinoamericano y no apenas con el de su nacionalidad. Y esto sólo puede ser llevado a cabo con medios apropiados donde podamos exponer nuestras ideas y contraponerlas al autoritario pensamiento único neoliberal.
Que se cree una comisión especial para el estudio de viabilidad de estas propuestas y se encuentren los medios para su ejecución inmediata.
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