LOS DESAFIOS DEL SIGLO XXI: LA IMAGINACION CREADORA PARA ENFRENTAR LA CENSURA INFINITA DE LA NUEVA GUERRA ANUNCIADA

Stella Callón, Argentina

 

Cuando esta ponencia se estaba elaborando se produjeron los atentados terroristas del 11 de septiembre del 2001 contra Washington y Nueva York, con las dramáticas consecuencias por todos conocidas. La respuesta mundial fue de solidaridad con las víctimas, pero también de advertencia frente al fundamentalismo con que se manejó el anuncio del comienzo de una tercera guerra mundial de "largo plazo" que no tendría límites ni geográficos ni políticos. El discurso del presidente republicano de Estados Unidos, George W. Bush y de varios de sus funcionarios causó una ola de estupor en todo el mundo. Los discursos del poder se asemejaron a los llamados "patrióticos" de Adolf Hitler en otros tiempos y su doctrina de las "fronteras seguras" quedó empequeñecida por el proyecto de "retaliación sin límites", que propuso el gobierno estadounidense, sin dejar lugar a ningún matiz. "O están con nosotros o están con los terroristas", advirtió Bush adelantándose a toda crítica y también a la posibilidad de un nuevo síndrome de Vietnam. No hubo periodista en Washington que osara preguntar por la definición de "terrorismo" que el gobierno de Bush debió fijar instantáneamente, y mucho más cuando América Latina,- entre otras zonas del mundo- sufrió un genocidio a lo largo del siglo XX, con la aplicación de la temible Teoría de Seguridad Nacional elaborada por los estrategas estadounidenses en el esquema de la "guerra fría", donde un disidente era considerado un "terrorista" en el sistema. El manejo de la información, especialmente a nivel televisivo, no ayudó precisamente a marcar los límites a cualquier propuesta fundamentalista. En Estados Unidos ha servido para unificar el criterio extremista de la derecha ultraconservadora, que aparecía cada vez más desdibujada y caló en muchos sectores de esa sociedad agobiada por la tragedia, el terror y la manipulación informativa. En un artículo publicado en el periódico New York Times, el jefe de la Defensa de Estados Unidos, Donald H. Rumsfeld, dijo que el despliegue militar de su país podría tener como "baja" a la verdad . "Incluso el vocabulario de esta guerra será diferente. Cuando se hace la invasión del territorio enemigo bien podría tratarse de una invasión en el ciberespacio" advirtió. Esto lo escribía cuando las supuestas libertades de expresión y el derecho a la información en ese país –siempre retaceados por la manipulación- habían sido cercenados violentamente. El entramado de la desinformación creció aceleradamente en la llamada "lucha del bien contra el mal". El "mal" puede ser extendido sin límites y los "malignos" crecerían como hongos. Al proponer "justicia infinita" se estaba hablando de "censura infinita". El mismo presidente Bush dijo el 28 de septiembre (2001) "a veces se podrán ver nuestros movimientos en televisión, otras veces los estadounidenses no podrán ver lo que hacemos". Advirtió que la prensa deberá actuar "con responsabilidad", respetar las "limitaciones", para evitar las consecuencias de "divulgar demasiado". En nombre de "la guerra contra el mal" todo vale. El gobierno de Bush declaró su propia "guerra santa" y de inmediato a partir de la televisión estadounidense y sus repetidoras en todo el mundo se visualizó "el mal", es decir el primer objetivo del "mal", ya que hay otros en el horizonte, que irán apareciendo de acuerdo a la necesidad del gran poder.

En pocas horas ese poder, sin equilibrio alguno, puso en marcha, amplificado y globalizado, el diseño de su estrategia para los próximos años que era la Doctrina de Conflictos de Baja Intensidad(CBI). Lo que le hubiera llevado años en armar como esquema estratégico en el mundo, se logró en horas. Precisamente cuando el pasado de genocidio había comenzado a ser revisado y en el mundo prosperaban los juicios para castigar a los culpables intelectuales y directos de delitos de lesa humanidad, en pocas horas ese avance de verdad civilizatoria, quedó atrás.

En este marco, cuando los medios de comunicación están concentrados como nunca, prima la imagen constante y premeditada. Como ha señalado el italiano Giovanni Sartori "lo visible sobre lo inteligible, lleva a un ver sin entender". Esta dinámica de la guerra se produjo cuando diversos acontecimientos en América Latina evidenciaban que estaba en marcha una acción común de Estados Unidos para toda la región, con los mismos elementos políticos, económicos y militares, como un calco en cada país. Este no era sino el diseño programado de lo que Washington calculaba como los conflictos que debía enfrentar en el año 2000. Es decir el diseño de la Guerra de Baja Intensidad (GBI).que conforman el eje doctrinario del Conflicto de Baja Intensidad (CBI)o Low Intensity Conflict. (LIC) en sus siglas en inglés, con su dinámica de "camaleón" para ser adaptada puntillosamente a las estrategias dominantes de Washington y del sistema financiero mundial. Surgida de la doctrina de contrainsurgencia de los años 60, la GBI fue rediseñada durante el gobierno de Ronald Reagan y en estos tiempos de dictadura global el esquema se ajustaba como anillo al dedo para las nuevas estrategias trazadas. "Para los políticos y militares estadounidenses la GBI no sólo significó la categoría especializada de lucha armada, sino una reorientación estratégica de los conceptos dominantes en materia militar y el compromiso renovado de emplear la fuerza en el marco de una cruzada global en contra de los gobiernos y movimientos revolucionarios del Tercer Mundo", como sostenían los investigadores Michael T.Klare y Peter Kornbluh. En 1985 los círculos militares acordaron que "la GBI es una lucha político militar limitada con fines políticos, sociales, económicos o sicológicos. Suele ser prolongada e incluye desde presiones diplomáticas, económicas y sicosociales hasta el terrorismo y la insurgencia.". La GBI "es una confrontación político militar entre Estados o grupos por debajo de la guerra convencional y por encima de la competencia pacífica entre naciones. Involucra a menudo luchas prolongadas de principios e ideologías y se desarrolla a través de una combinación de medios políticos, económicos, de información y militares". . Cuando los cálculos de los estrategas determinaban que la situación social en el mundo se iba a deteriorar profundamente por las injusticias que surgían de la aplicación del brutal modelo económico y de las impagables deudas externas, y se diseñaba ya el esquema de control mundial, los atentados terroristas en Estados Unidos, dieron el pie para que ese diseño se extendiera de inmediato, con todos sus elementos.

Si ya existía una fuerte acción de acción de guerra sicológica e informativa para crear la "necesidad" de asesoramiento y presencia estadounidense en distintos países, ya sea para combatir el terrorismo o el narcotráfico e incluso la corrupción, ahora esto quedó definido como una emergencia mundial. Al comenzar el siglo XXI los Estados Unidos estaban avanzando en forma masiva por toda la región -incluso en el momento en que se producen los atentados terroristas, había tropas norteamericanas realizando maniobras en toda América Latina- pero ahora esa presencia se multiplicará y ya no será difusa o encubierta. Las maniobras y las nuevas bases extendidas en el mapa latinoamericano, eran profundamente rechazadas por las mayorías populares, como demuestran las encuestas en todos los países, donde crecía el sentimiento antinorteamericano, al responsabilizar a Estados Unidos y el poder financiero mundial de la tragedia del avance ilimitado de la pobreza, la injusticia mundial, la destrucción de los Estados y la perversa recolonización.

DEMOCRACIAS DEL MERCADO Y GBI

Para mediados de los 90 el avance hegemónico de la mayor potencia mundial era indetenible y el modelo neoliberal se impuso a rajatabla. La GBI encajaba a la perfección en este esquema, ya no como "contención" solamente sino como prevención. En las democracias castradas, la GBI era un marco imprescindible para "ganar mentes y corazones" e imponer un modelo hegemónico en la región y expandirse sin fronteras precisas. La diseminación de las democracias del mercado a escala mundial fue considerada por los estrategas estadounidenses como un asunto de seguridad. De esta manera las reformas de los estados se realizaron dentro de una óptica de seguridad específica y la exportación del modelo de sociedad norteamericano se convirtió en una acción imprescindible como disciplinador neoconolizante. En todo este esquema de seguridad la prensa juega un papel fundamental. Es similar al uso de misiles, aunque esto suene como una exageración.

En 1989, cuando el general Fred Woerner era jefe del Comando Sur en Panamá, dijo que "el triple mal de la insurgencia, las drogas ilícitas y el terror encuentran una fuente de apoyo en el descontento social, la frustración económica y la falta de oportunidades políticas" (Fred Woerner Jefe del Comando Sur, ante el Subcomité de Defensa de la Casa Blanca, 1 de febrero de 1989). En los años 90 la renovada matriz intervencionista en el Tercer Mundo, no sólo se debió a la percepción de la propia fortaleza estadounidense, y la ausencia de alternativas competitivas, sino que se acentuó el diagnóstico sobre los peligros en la región. Los esquemas de Baja Intensidad pueden verse reflejados nítidamente en la estructura del llamado Plan Colombia, que Estados Unidos comenzó a aplicar en ese país andino. Pero también si en el esquema de guerra convencional, los mecanismos psicológicos forman parte importante de la estrategia, en las modalidades no convencionales de la guerra, especialmente en la forma reciente de Guerra de Baja Intensidad(GBI) son un aliado fundamental. La nueva estrategia significaba un avance muy fuerte sobre los medios de comunicación, que al concentrarse en pocas manos posibilitaron como nunca antes una información uniforme, a la vez que una saturación informativa, con escasos contenidos. Considerada como una guerra de desgaste la GBI estaba diseñada para la destrucción de los "enemigos políticos", es decir aquellos que se oponen o desafían el modelo impuesto. Minar y destruir todos los recursos materiales y espirituales del "enemigo" era una acción indispensable. En todo esto los medios de información juegan un papel demoledor para destruir a ese "enemigo". Las campañas desarrolladas en Nicaragua, durante la guerra de Estados Unidos contra el sandinismo(1980-1990) o en Panamá, pueden seguirse en estos días con la guerra informativa contra el presidente venezolano Hugo Chávez, o en cómo se muestra al mundo la situación en Colombia. Los ejemplos abundan, pero algo ha cambiado. El sistema logró cooptar a numerosos periodistas e intelectuales provenientes de la izquierda, que resultaron los mejores vendedores del modelo, y lamentablemente creíbles para las sociedades desprevenidas y despolitizadas. La GBI, como la definió la especialista mexicana Cecilia Loria "es una guerra constante, guerra de agotamiento en la que no se trata de eliminar físicamente al enemigo, ni matarlo masivamente sino socavarlo, deslegitimarlo, aislarlo, hasta que deje de ser considerado una alternativa política válida, posible y estable para la población. Lo mismo busca hacer con sus aliados. La violación de los derechos humanos en este esquema es una constante, e hipotéticamente sería un instrumento. Dado que en la GBI la población es un objetivo estratégico de la guerra, para alcanzarlo se utilizan los más diversos métodos, sin importar el marco jurídico que normalmente rige en un país o una zona". La situación de excepción que necesitaba ser inventada cuidadosamente a través de fuertes campañas informativas y que se utilizan para violar los más elementales derechos de las personas y las comunidades, fueron servidos esta vez en bandeja por los atentados terroristas en Estados Unidos.

LA GUERRA PROPAGANDÍSTICA

Para la GBI el tema de los medios de comunicación y la propaganda son un elemento básico. Uno de los esquemas más citados por los analistas estadounidenses son los componentes encubiertos económicos y militares de la guerra en Nicaragua que llevó adelante la administración Reagan y luego Bush. Precisamente fue en este campo donde la GBI definió muchos otros roles ya que había que vencer el síndrome de Vietnam y la oposición de los estadounidenses a una intervención directa en Nicaragua. Esto era algo clave para los estrategas de la GBI. En un informe confidencial de la Rand Corporation presentado en 1983 a la Comisión Kissinger se advierte: "El pueblo estadounidense sigue estando conmovido y dividido por la experiencia vietnamita y poco dispuesto a apoyar la aplicación de fuerza en el extranjero (…) con objeto de restaurar nuestro nivel tradicional de participación (en Centroamérica) el gobierno deberá obtener el consenso público acerca de la importancia de nuestros intereses y de la naturaleza de la amenaza en ascenso".A partir de allí se delineó un debate donde se sucedieron las primeras conferencias del Pentágono sobre la GBI y se trazaron informes que figuran en los volúmenes del proyecto de la GBI sobre la necesidad de utilizar el alcance de los medios de comunicación para promover los objetivos operativos de los EEUU (ganar las mentes y los corazones del pueblo estadounidense), lo que después se extendería a toda América Latina. Fue entonces cuando se instaló el programa de "Diplomacia Pública" con una serie de oficinas que dependían del Poder Ejecutivo dirigidas a "difundir los puntos de vista del gobierno y el uso orquestado de la retórica, la desinformación, la manipulación de los medios de comunicación y la intimidación a todo juicio crítico, y la Administración se aventuró en un esfuerzo perseverante orientado hacia –en palabras del secretario Caspar Weinberger- "el planteamiento de nuestros puntos de vista ante el tribunal integrado por la opinión pública nacional e internacional".

El 23 de julio de 1983, Reagan anunció la formación bipartidaria de la Comisión Kissinger sobre América Central para obtener el apoyo congresista a su programa, que desempeñó el papel central en la ofensiva propagandística contra Nicaragua. Tenía la misión de movilizar a la opinión pública, de reunir y contactar a todos los grupos conservadores (derechistas y ultraderechistas) para respaldar la opinión presidencial de que la expansión de la revolución comunista centroamericana amenazaba el estilo de vida de los EEUU. Ahora tiene un componente nuevo: el terrorismo islámico, pero detrás de este sus potenciales amigos, protectores, supuestos o inventados. Por eso la guerra propuesta es "infinita".

Si en otro tiempo la Oficina de Diplomacia Pública funcionando como una agencia informativa nacional elaboró informes y panfletos para desacreditar a Nicaragua y la Comisión Kissinger tenía como misión presionar sobre el Congreso, ahora la avanzada se multiplica. Detrás está una larga historia de acciones provocativas, mentiras y falsedades para lograr apoyo en las operaciones militares, recogidas en serios análisis de los propios estadounidenses. Pero la verdad se difunde cuando los hechos han sido consumado.Y no son hechos cualquiera: se trata de invasiones, asesinatos en escala masiva y otras graves violaciones a los derechos humanos y los derechos de los pueblos. Lo actuado contra Cuba que une lo militar, el terrorismo, el bloqueo (rendición por hambre que nunca logró Estados Unidos)es elemental para entender de qué se trata esa otra guerra temible.

Por eso hasta hoy resulta difícil superar aquella presentación de la Organización Internacional de Periodistas (OIP) en 1993 ante la Conferencia Mundial por los Derechos Humanos, desarrollada en Viena, donde reseñó la lucha de los periodistas para lograr una mejor y más justa información, los ideales de un compromiso con la ética, con la verdad y con la vida. A la vez allí se recordaba lo actuado desde 1968, desde aquellas épocas de revolturas cuando surgían diversas rebeliones en búsqueda de cambios que reflejaban la demanda de generaciones contra la hipocresía de sociedades y sistemas. La revoltura europea tenía además otras causas. Las colonias africanas se independizaban y muchos países quedaban a la deriva, devastados sus recursos naturales. Los intelectuales europeos fueron atrapados en varios espejos y sus ideas se dividían entre la mentalidad colonial, aún disfrazada por innumerables juegos de otros espejos, y los que habían optado por la verdad y el compromiso de asumirla. La imagen verdadera les reclamaba desde los sótanos la verdad dolorosa. Esos sótanos se abrían. En los países centroamericanos sometidos a dictaduras, las guerrillas crecían indeteniblemente. En el sur, el esquema político se resquebrajaba. Movimientos populares, triunfos electorales de la izquierda como sucedió en Chile en 1970, determinaban que el crecimiento político latinoamericano despertaba volcanes dormidos. En los años 70 Washington estimó que las dictaduras en el Cono Sur eran un paso inevitable. Todos sabemos hoy el precio pagado en todo el continente para que el gran poder apagara los fuegos. Hubo tiempos en que las acciones imperiales fueron registradas de una u otra manera por un periodismo combativo y un movimiento internacional de periodistas que obstinadamente trató -y lo logró muchas veces- destruir la pantalla falsa de la historia oficial. Ese discurso se hace difícil en estos tiempos de la cultura light, intrascendente, inconsistente que es el mejor discurso para implementar la dominación. El escenario es muy complejo. Otros elementos de la revolución informática y tecnológica se unieron para acentuar la dominación. En una sociedad atomizada, sin proyectos o con miedo a tenerlos, el periodismo no deja de ser su reflejo, y una buena parte ha perdido la ya conquistada capacidad de informar informando, de orientar en la desorientación. En una sociedad sumergida el periodismo real transcurre entre la noche y la niebla, un término acuñado por el nazismo para describir el proyecto de las desapariciones de personas. El concepto de desaparición fue introducido, en el lenguaje y la acción de las dictaduras por el nazismo, en la llamada doctrina de "noche y niebla" mediante la cual los prisioneros desaparecerían "sin dejar rastros y sería imposible recoger información sobre su destino". Ahora también las propias palabras son secuestradas y desaparecidas. Imágenes mediáticas,repetidas hasta el hartazgo avanzan y como dice el escritor uruguayo Eduardo Galeano, "los medios dominantes de comunicación están en pocas manos, pocas manos que son cada vez menos manos, y por regla general actúan al servicio de un sistema que reduce las relaciones humanas al uso mutuo y al mutuo miedo". Esta maravilla de la tecnología ha sido utilizada para difundir el pensamiento único de la dictadura global y ahora la libertad de expresión no es sino la libertad de las empresas, de los monopolios del poder, agravado a extremos límites con la propuesta de "censura infinita". Sin embargo la "maravilla" se escapa de las manos del poder y por esos canales de la internet transcurre también una magnífica acción informativa, que,aunque vigilada las 24 horas de cada día por los medios tecnológicos del gran poder, aún puede iluminar oscuridades informativas.

Ese poder era hasta ahora el mayor desculturizador a través del negocio de la imagen del entretenimiento, que a la vez entretiene y destruye las propias expresiones culturales cuando ha quedado atrás aquel proyecto patrocinado por la UNESCO en los años 80 donde se reivindicaba la información como un derecho social y no una mercancía. Pero todo esto tiene su correlato en el trazado de las estrategias del poder dominante. La imagen mediática abusiva surgida del máximo proyecto desintegrador de nuestras culturas que se haya impuesto intenta reemplazar ideas, pensamientos, costumbres, ritos, creatividad, para conformar pueblos ausentes y hundidos entre la confusión y los miedos. El desempleo es un enorme disciplinador social. No sólo excluye al hombre del sistema sino que lo desaparece, lo hunde en la noche y la niebla que no sólo está pensada para los hombres sino para la cultura, las palabras y la información. El primer síntoma claro del colonialismo en los medios locales fue instalar el discurso de la confusión, castrando de contenido a la palabra. En la década de las privatizaciones brutales, cuyos resultados aparecen hoy con meridiana claridad, los periodistas que advertían sobre el huracán que prometían esos vientos fueron silenciados, ignorados, desaparecidos. Sin embargo hoy, cuando el modelo cruje y las crisis agobian, se cuantifica a la pobreza y las crónicas sobre la injusticia, la iniquidad, la corrupción, los impactos de la deuda externa y eterna vuelve a contarse tal como son.

LA OTRA CARA DE LA GBI.

Muchos intelectuales que se ocultaban en las madrigueras de la propuesta neoliberal, que abultaba sus bolsillos, vieron asombrados el surgimiento de las resistencias populares, inmensamente creativas. Pueblos enteros en las calles, en las rutas, en los caminos, en los montes. Hay que mirar la geografía de resistencia en América para saber América. Pero también es necesario reclamar a aquellos intelectuales e informadores que ayudaron a vender espejos y fueron y son cómplices de las nuevas noches y nieblas, de miles de desaparecidos en estos tiempos. Cuando la ultraderecha fundamentalista de Estados Unidos preparó sus documentos para nuevos períodos de dominación, volcados en las propuestas de los llamados Santa Fe I y Santa Fe II (las décadas de 1980 y 1990) tenía muy claro lo que se podía y debía hacer con los intelectuales, por supuesto el periodismo incluido. En Santa Fe II( la estrategia para los años 90), advertían sobre el predominio "de la izquierda en gran parte de los medios de comunicación masiva"de América Latina. "Ninguna elección democrática puede modificar la continuada inclinación hacia el régimen estatista si ´la industria forjadora de la concientización (los medios de comunicación) está en manos de los intelectuales estatistas. Los medios de difusión masiva, las iglesias y las escuelas continuarán inclinando las formas democráticas hacia el estatismo, si Estados Unidos y los inexpertos gobiernos democráticos no reconocen esto como una lucha del régimen. La cultura social y el régimen deben moldearse para proteger una sociedad democrática". El avance sobre los medios, el desmantelamiento de la escuela y las universidades públicas, la destrucción cultural, la invasión de los programas basuras, que trae el cable con asombrosa carga de violencia y entretenimientos empobrecedores, muestran, más que ningún otro ejemplo, cómo cumplieron sus objetivos, como moldearon la cultura social. La ofensiva en el plano cultural era tan importante como en el militar y mediante consideraciones tales como tener en cuenta la "vanidad" de los intelectuales y alentarla con "reconocimientos" "becas", invitaciones a reuniones internacionales, insuflar su éxito, lo lograron no totalmente pero sí ampliamente, apoyados en la desmedida concentración de los medios de comunicación. Creció el mundo de los "opinadores" que dependen-en todos los casos- de la publicidad empresarial. Desafiar al sistema era estar dispuesto a la desaparición y a regresar al underground. Pero es absolutamente posible este desafío si utilizamos la enorme creatividad que caracterizó siempre a nuestros pueblos en sus luchas. Las dictaduras dejaron sociedades enteras bajo el síndrome de los miedos y desde lo económico se ayudó a la inmovilización social. Pero toda la tecnología puesta al servicio de la inmovilización de los pueblos es derrotada por el movimiento y la dinámica. La televisión tiene que enfocar los humos de los fuegos en las rutas cortadas. Aunque lo hagan como un "espectáculo" la imagen está allí. Aislan esas imágenes para no mostrar el conjunto, pero el conjunto se arma a sí mismo. Las guerras no se ven, sólo sus señales luminosas y los hombres y países desaparecen de las imágenes. En 1993 ya lo adelantaba el informe de la OIP. "Es una tragedia que esos progresos espectaculares de la tecnología no hayan derivado, hasta hoy, en la plena realización del derecho humano a la información, porque este se equipara al derecho a la supervivencia, en la medida en que ser humano es pertenecer a una cultura cuyo discurso dota al individuo de conciencia y dignidad. A nosotros nos importa denunciar las razones de esa tragedia e investigar por qué, del espectáculo monumental de mensajes producidos para el consumo de las personas, sirven tan poco para su emancipación y engrandecimiento" El informe de la OIP en Viena hablaba también de "El retorno de los fantasmas de anteayer -el racismo, la xenofobia, el hedonismo, la violencia, el consumismo, la ostentación, la frivolidad, la desesperación y el vicio- son frutos inevitables de desvíos de información. Es que los sistemas... están puestos hoy día al servicio de una elite mínima de personas muy ricas. Esa aristocracia discreta, asentada sobre enormes recursos financieros, al margen y frecuentemente por encima de los gobiernos constituidos, cree posible mantener su imperio basándolo únicamente en su propio egoísmo", No hay casi nada más que decir de todo aquello que se había dicho entonces.

¿Que hace el periodismo frente a esta maquinaria? Al menos debe conocer los pasos del tigre al que sólo se puede enfrentar viéndolo, estudiando sus movimientos, sus caminos en la selva. Hay infinidad de acciones por desarrollar y de hecho, hay muchas en marcha, algunas desorganizadas pero igualmente efectivas. Lo único que desafía al poder inmenso es la creatividad y resulta casi criminal que el periodismo de América Latina no recurra a los elementos creativos que en cada momento de la historia de la liberación fue puesto en marcha por la sabiduría popular. Aunque pareció excesivo en el 68 aquel slogan de "la imaginación al poder" del mayor francés, nunca fue tan actual como ahora. Sólo la imaginación creadora sin límites, la imaginación surgida de y como parte de la dialéctica y con un objetivo muy preciso: la lucha por la justicia y la verdadera libertad para todos los pueblos del mundo, puede vencer cualquier poder. Ese es el mayor desafío cuando la censura infinita intentará avanzar sobre los pocos resquicios que ha dejado la dictadura global.